Evie Branwell es una de las mejores shadowhunters del Instituto de Nueva York, siempre sigue las leyes y hace bien su trabajo. Pero, ¿qué pasará cuando un familiar suyo del pasado venga a provocar muchos problemas? ¿podrá superar los obstáculos? ¿qu...
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Maddie y yo salimos de la oficina con Ian en brazos, ella me acompañó hasta mi habitación mientras íbamos charlando de temas triviales.
—... Entonces conocí a tu hermana y a tu cuñado en Lisboa, y Penhallow decidió enviarme a Los Ángeles, pero Lydia le pidió que me enviasen a Nueva York, y aquí estoy — explicó la castaña.
—En resumen, estás aquí porque Lydia quería vigilarme — dije con un poco de diversión en mi voz, mientras ella giraba a verme con nerviosismo.
—Yo no dije eso, Evie — Murmuró ella mirando hacia otro lado y solté una pequeña carcajada ante esto.
—Lo sé, es una broma — Dije mientras abría la puerta de mi habitación y la dejaba entrar primero, me senté sobre el sillón y ella se sentó frente a mí, mirándome con una leve sonrisa. Había notado que generalmente, ella evadía mi mirada, la mayoría del tiempo parecía ocultar algo, o evitaba alguna de mis preguntas, como si quisiera decirme algo, pero finalmente se lo guardaba, y eso empezaba a preocuparme, a fin de cuentas, ella cuidaba a mi hijo, y solo quería su bienestar.
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Ian se había quedado dormido unos minutos luego de comer y yo volví a trabajar, dejándoselo a Maddie nuevamente. Según la fiel seguidora de mi esposo, Katherina Raj, Heidi había identificado a los vampiros y envió unos Shadowhunters a apresarlos, y ahora mismo, se encontraban en interrogatorio bajo el mando de Alec, mientras yo estaba en la oficina leyendo unos reportes, resonaron unos golpes en la puerta y suspiré.
—Adelante — Murmuré sin despegar la vista del reporte, la puerta se abrió y Jace entró allí.
—Evie, debo comentarte algo — Dijo y asentí señalando el asiento frente a mí — Clary está mal — mi ceño se frunció ante aquello y dejé de lado mis hojas, mirándolo atentamente.
—¿A qué te refieres? — Pregunté con curiosidad mientras jugueteaba con mis propias manos, señal de nerviosismo por el estado de mi prima.
