Fin del atraco

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Tamayo, que estaba de pie enfrente los atracadores, se dirigió a ellos.

Y ese va a ser vuestro final. - Les dijo, señalando a Denver. - Si no colaboráis con nosotros vais a ir todos a la cárcel.

Un policía se acercó a Tamayo.

Coronel, - dijo - el Profesor pide hablar con usted. Dice que quiere negociar.

Roma y Palermo se miraron. Esa era la última fase del plan. Si salía bien serían libres para siempre, sino acabarían el resto de su vida en la cárcel.

A ver qué quiere ese hijo de puta. - Dijo Tamayo, tan mal hablado como siempre.

La banda se quedó en el vestíbulo, custodiada por varios policías. Estocolmo lloraba; se habían llevado a Denver. En ese vestíbulo solo se escuchaban sus sollozos.

Estuvieron un buen rato así, algunos con la certeza que irían a la cárcel, esperando a ser trasladados. Pero otros dos estaban tensos por ver si el Profesor lo lograba. Para saberlo, solo les quedaba esperar.

Al cabo de media hora más, Tamayo salió del Banco de España, parecía agotado. Todas las cámaras y los micros lo enfocaron, y él se dispuso a hablar.

Ciudadanos, tengo que comunicarles una cosa. - Dijo, mirando las miles de cámaras.

Denver, desde dentro de la carpa de los policías, observaba la televisión para escuchar lo que diría Tamayo.

El atraco ha concluído. - Empezó Tamayo, muy serio. - El grupo de operaciones especiales de la policía ha conseguido acceder al subsuelo donde se encontraban los atracadores. Han logrado liberar a los últimos rehenes.

En ese momento, del banco salieron unos pocos rehenes. Eran los últimos que quedaban dentro. También salieron el militar Sagasta y su compañera Arteche.

En la incursión de los policías, tras ofrecer resistencia, han sido abatidos los siguientes atracadores. - Continuó Tamayo.

Sacó una lista con diversos nombres. Denver, dentro de la carpa estaba muy atento, preocupado por si nombraban a Mónica. Tamayo empezó a leer.

Aníbal Cortés, alias Río. - Leyó, firme, Tamayo.

En ese momento, dos policías salieron del banco empujando una camilla. Encima de la camilla había una especie de lona que se veía que ocultaba un cuerpo.

Santiago López, alias Bogotá. - Siguió Tamayo.

Igual que con Río, el cuerpo de Bogotá salió envuelto en una lona encima de una camilla.

Júlia Martínez, alias Manila. - Continuó leyendo.

A Denver, que lo estaba viendo todo a través del televisor, se le derramaron algunas lágrimas al oír ese nombre.

Matías Caño, alias Pamplona. - Siguió Tamayo.

Mientras iban saliendo los cuerpos de los atracadores, entre el público no se oía nada.

Mirko Dragic, alias Helsinki. - Leía.

El cuerpo de Helsinki salió del banco, mientras Denver veía a todos sus amigos salir, sin poder hacer nada.

Mónica Gaztambide, alias Estocolmo. - Prosiguió Tamayo.

En ese momento, Denver rompió a llorar mientras lanzaba un grito. Los policías de la carpa ni se inmutaron, mientras Denver lloraba por su mujer a la que pensaba que no volvería a ver.

Martín Berrotti, alias Palermo. - Seguía leyendo Tamayo.

La camilla de Palermo salió después de la de Mónica. Mientras tanto, Denver lloraba desconsolado.

Irene Lerma, alias Roma. - Habló Tamayo.

La camilla de Roma también salió del banco, con su cuerpo cubierto con una lona, igual que los demás.

Raquel Murillo, alias Lisboa. - Leyó.

El público y las cámaras se limitaban a ver como salían los cuerpos del banco. Algunas personas lloraban, tristes por el final del atraco.

Y Sergio Marquina, alias el Profesor. - Finalizó Tamayo.

Los cuerpos de los atracadores fueron metidos en furgonetas, que se alejaron del banco mientras Tamayo finalizaba su discurso.

La reserva nacional del Banco de España ha sido recuperada gracias a Daniel Ramos, alias Denver. - Dijo Tamayo.

Dentro de la carpa, un policía se acercó a Denver y le dió una carpeta.

Al abrirla Denver encontró una hoja, un boli y una última cosa: una grulla de papel rojo. En ese momento, Denver entendió todo.

En las furgonetas donde se encontraban los cuerpos de los atracadores, una cremallera de una de las lonas se abrió. De allí salió Río, vivo.

Poco a poco, llenos de felicidad, fueron saliendo los atracadores de sus lonas.

Ese había sido el plan del Profesor: hacer pasar a la banda por muertos, ya que nadie persigue a un muerto. El coronel Tamayo tuvo que aceptarlo, porque sino el mayor secreto de España saldría a la luz: que la reserva del banco no era de oro, sino de latón.

El Profesor había ganado. Los miembros de la banda habían logrado salir vivos, y ahora nadie les molestaría ni perseguiría nunca más. Por fin eran libres.

Al día siguiente todos se encontraron en un helipuerto. El plan era salir de España en helicóptero. Ese helicóptero sería conducido por, ni más ni menos, militares del ejército. En ese momento, los de la banda se sentían extremadamente contentos. Se abrazaban y sonreían por lo que acababan de lograr.

Antes de subir al helicóptero decidieron dedicar unas palabras a los miembros que no habían tenido tanta suerte como ellos y que habían muerto en el banco. Lloraron por sus amigas y parejas, por lo mucho que las echarían de menos, por lo mucho que ellas habían hecho por la banda.

Se montaron en el helicóptero. Éste se elevó y se perdió en el cielo, llevando a los atracadores, por fin, a sus casas.

Roma ~ La Casa de Papel [Parte 3]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora