CAPÍTULO 2

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Harry quería estar más cerca. Quería cortar el aire que corría entre ellos y respirar el humo que salía de sus labios. Necesitaba tocarle, y cuando Louis avanzó un paso, tirando el cigarro al suelo y arrastrando sobre su cuerpo una mirada que delataba que las ganas eran mutuas, la mano de Harry rozó por inercia los bordes inferiores de su camisa.

Quiso quejarse cuando le vio apartar la mirada para exhalar lejos de él el humo de su última calada, pero la curva de su cuello quedando a la vista le quitó todas las palabras de la boca.

—No tenemos por qué entrar —Le escuchó hablar, y un segundo después sintió su mirada, pero la de Harry se encontraba ahora distraída en algún punto entre sus clavículas.

—¿No? —cuestionó. El dorso de sus dedos siguió hacia arriba la línea de los botones de su camisa, rozándolos con sutileza hasta llegar al último que tenía abrochado—. ¿Qué propones, entonces?

Sin esperar respuesta, sus dedos se engancharon en el cuello de su camisa, y en un tirón suave lo acercó lento a su boca. Louis se dejó llevar; sus comisuras levantándose en una sutil sonrisa que Harry no dejó de mirar hasta que ya no hubo más espacio que eliminar.

Sus labios se encontraron al instante en un beso que empezó tentativo y terminó rozando la desesperación. La lengua de Louis lamió la suya, y la piel se le erizó cuando le sintió pasear la mano sobre su mejilla, barriendo a su paso los mechones de pelo que caían al costado de su mandíbula y encerrándolos en un puño cuando llegó a su nuca.

Harry exhaló un jadeo contra su boca, aferrándose al cuello de su camisa mientras su mano contraria buscaba su cintura para atraerlo a su cuerpo, dándole igual que fuera físicamente imposible tenerlo más cerca.

Louis tiraba de las raíces de su pelo y le mordía el labio; Harry se peleaba con los bordes de su camisa queriendo alcanzar la piel que había debajo. Nunca un trozo de tela le había sobrado tanto.

—Louis —pronunció su nombre a mitad de un beso, arrancándole una sonrisa que pudo sentir contra sus labios cuando volvió a rozarlos—. Mi hotel... no está lejos. Si quieres...

Louis comenzó a asentir mucho antes de acabar la frase, rozando sus narices en el proceso y aprovechando que Harry cerró los ojos ante el contacto para plantar otro beso sobre sus labios.

Se obligó a separarse antes de verse tentado a buscar su lengua una vez más, aunque no lo suficiente como para perderse algún detalle de esos ojos llenos de luces que le devolvían la mirada con las mismas ansias.

Harry se lamió los labios, paseando la punta de sus dedos sobre su antebrazo antes de agarrarle de la mano y tirar de él.

Comenzaron a caminar lejos del Bellagio, al compás de besos esporádicos entre paso y paso, conversaciones sin sentido que fluían al antojo del alcohol, y risas que acababan en más besos cuando alguno de los dos chocaba sin querer contra el costado del otro.

El mundo estaba dándole más vueltas que antes y la culpa ya no solo la tenían las copas que se había tomado. Estaba embriagado por Louis, por la forma en la que le besaba, el perfume que llevaba y el tono en el que le hablaba.

Podría haberse pasado toda la vida mirando esa cara, a contraluz de aquel cartel luminoso que se alzó tras su figura en algún punto del camino. Quiso parar para volver a besarle allí, en esa calle teñida en los tonos azules y dorados que derramaban los neones, pero no pudo evitar distraerse con ellos una vez les puso forma a las letras que formaban.

INFORMACIÓN SOBRE BODAS

La imagen de un altar y mil flores de plástico cruzó su mente como un torbellino, destruyendo hasta el más mínimo rastro de sensatez y coherencia que pudiera haber en ella. Se giró hacia Louis sin pensarlo.

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