Capítulo 5

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—Hay tres Louis William Tomlinson viviendo en Las Vegas —Harry presionó el teléfono contra su oído, totalmente concentrado en la información que Nick había recogido —. Uno tiene ochenta y cuatro años, el otro está en la cárcel por... tráfico de drogas y asalto a un casino. Espero que no sea ese.

Harry comenzó a caminar más rápido de un lado a otro en la cutre habitación de aquel motel, conteniéndose para no santiguarse.

—El Louis que estamos buscando tiene veintiocho años —le recordó, mordiéndose el pulgar y tomando asiento en el borde de la cama por si acaso la siguiente información que recibía conseguía hacerle caer al suelo.

—Oh, entonces no es él. Tenía treinta y dos cuando le arrestaron —Nick pronunció, y Harry dejó escapar un suspiro de tranquilidad —. El último trabaja como director creativo en una empresa de publicidad —explicó antes de dar con el dato clave —... Tiene veintiocho.

—¿Puedes buscar el número de teléfono de esa empresa?

—Podría, pero hoy es domingo. Dudo que alguien descuelgue —explicó, derribando las ilusiones de Harry y reconstruyéndolas al instante —. Aunque... en la página web figura el número de su teléfono de empresa, puede que no te responda un domingo, pero no pierdes nada por intentarlo.

Nick acababa de ser ascendido un puesto en su lista de mejores amigos y además, coronado como el salvador por excelencia de su vida. Si no estuviera prometido y además casado, juraba que le besaría.

Apuntó su número de teléfono en un pequeño bloc de notas que encontró sobre la cómoda de aquella habitación y agradeció a su amigo por lo menos veinte veces en menos de dos segundos.

—Por cierto —recordó decirle antes de colgar la llamada —. No creo que Elliot te pregunte, pero si lo hace, tienes que decirle que estamos en Los Ángeles. Te ha surgido un trabajo allí y me has invitado contigo a pasar el fin de semana. Esa es la coartada.

No era que le gustase ocultarle cosas a su prometido, pero sabía que a Elliot no le haría ninguna gracia enterarse de que estaba a punto de conocer por segunda vez a alguien que en su momento le pareció lo suficientemente atractivo como para terminar con él frente a un altar.

Nick le aseguró que mantendría la coartada, y Harry se sintió más tranquilo ante ello, aunque no lo suficientemente tanquilo como para evitar atravesar una breve crisis al momento de observar escrito en aquella nota el número que podría ser o no el inicio de su ruína amorosa.

No quiso pensárselo demasiado, marcó el número y llevó el teléfono a su oído, aun si tener idea alguna de cuál era la manera socialmente aceptada de llamar a un desconocido para decirle que estaba casado con él.

—¿Sí?

El corazón de Harry se encogió completamente desprevenido cuando escuchó como una voz rasposa respondiendo a la llamada. Deducía que había sido el culpable de despertarle, porque vagamente podía escuchar el roce perezoso sobre las sábanas y la manera tan pesada en la que había exhalado al responder.

—¿Louis Tomlinson? —cuestionó, con el corazón a mil por hora y un sentimiento de surrealismo envolviendo la situación.

—Sí, soy yo —tardó en responder, pero su voz se tornó levemente más aguda y clara cuando consiguió comenzar a pretender que no se encontraba dormido hacía un segundo —. ¿Y usted?

Harry no sabía si debía tutearle o no. Suponía que él no lo estaba haciendo porque había llamado a su teléfono de empresa, pero no podía simplemente tratarle como usted para luego decirle que era su maldito esposo.

—Me llamo Harry —carraspeó —. Si no es un buen momento, puedo llamar más tarde.

Se acobardó, no iba a mentir. Su subconsciente estaba tratando de alargar la situación porque no sabía de qué manera explicarle lo que estaba pasando.

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