Capítulo 14

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Louis despertó sin saber muchas cosas. Ni qué hora era, ni a qué hora llegó a casa, ni por qué la espalda de Harry fue lo primero que encontró al abrir los ojos.

La cabeza le dolía, pero no lo suficiente como para dejar que sus párpados pesados volviesen a caer y le privasen de continuar observando esos pequeños rizos suaves y despeinados sobre la nuca de Harry, o cómo la manera en la que tenía sus brazos escondidos bajo la almohada habían conseguido estirar la tela de su camisa hasta marcar los músculos de su espalda y desvelar ese par de hoyuelos al final de su espina dorsal.

Tenía las sábanas enredadas entre sus piernas, aún vestidas con esos pantalones blancos, ligeramente anchos pero igualmente ajustados a sus muslos, y dormía plácidamente al borde del colchón; apenas ocupaba espacio en la cama, pero Louis había despertado a cinco centímetros de su cuerpo de todas maneras.

Suponía que a su subconsciente le importaba una mierda el espacio personal, aunque tampoco podía culparle. El calor corporal de Harry se sentía demasiado bien, y el débil aroma de su perfume aún impregnado en su ropa olía mejor a poca distancia. Mantenerse alejado le resultaba difícil incluso en sueños.

Y ahora Louis no podía evitar sentir la necesidad de rodear su cintura con su brazo y enterrar la nariz en sus rizos; o hundir su dedo en los hoyuelos desnudos de su espalda; o asomarse inocentemente por encima de su hombro y simplemente verle dormir hasta que despertase.

Le hervía la sangre cada vez que se obligaba a tragarse esos impulsos, pero es que no podía hacer nada.

Así que aplastó su cara contra la almohada y ahogó en ella un suspiro frustrado. Aquel podría estar siendo el mejor despertar de su vida, y el peor al mismo tiempo.

Fue entonces cuando un ronquido proveniente del lado opuesto de la cama retumbando en su cabeza le hizo separar lentamente un ojo de la almohada y observar a su izquierda con el ceño fruncido.

Oli yacía prácticamente inconsciente en la otra esquina del colchón, con un brazo sobre sus ojos, la boca abierta, y una camiseta vieja que le había tenido que prestar esa misma madrugada.

Louis frotó su rostro pesadamente, decidiendo ahorrarse el segundo suspiro del día. Aquello le terminó de despertar los recuerdos.

Sinceramente, no sabía exactamente por qué estaban en su cama, pero recordaba haber llegado a casa con Harry y los chicos después de que Luke pasase a buscarles con su coche en algún momento de la madrugada.

Calvin y Oli estuvieron saqueando su despensa en busca de algo que llevarse a la boca, mientras que Louis decidió salir al pequeño jardín trasero de su casa justo cuando el cielo comenzaba a teñirse de naranja por culpa del amanecer, y se fumó el último cigarro de la noche junto a la compañía de Harry.

Luego volvieron al interior y descubrieron que Luke se había quedado dormido en su sofá, que Calvin seguía saqueando la despensa, y que Oli se había manchado la camisa, así que Louis le ofreció algo de ropa.

Entonces fue cuando Harry aprovechó el momento y subió junto a ellos a la habitación para curiosear en el único rincón de la casa que aún no había visto, y mientras Oli rebuscaba en los armarios con total confianza y Harry comentaba lo mucho que le gustaba el verde de las paredes, Louis se estampó contra su cama y se quedó dormido.

Eso era todo lo que sabía, el por qué había amanecido entre Harry y Oli seguía siendo todo un misterio para él.

Sin embargo, Harry no le molestaba, pero Oli sí que lo hacía.

Así que le estampó la mano en la cara.

—¿Qué-? —su mejor amigo brincó levemente sobre la cama, quejándose entre dientes y frunciendo el ceño mientras abría un ojo un poco desorientado e intentaba enfocarlo en el mundo real —. ¿Qué mierda haces? —cuestionó, ligeramente afónico.

Vegas LightsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora