Capítulo 15

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Harry había vuelto a amanecer con Louis a su lado.

Esta vez no había sido porque el alcohol le hiciera terminar quedándose dormido en la misma cama que él antes de poder encontrar un poco de fuerza de voluntad para arrastrarse hasta la habitación de invitados.

De hecho, ahora estaban en el sofá; la noche anterior decidieron ver una película, y en algún momento Louis se quedó dormido, acurrucado en un extremo del sofá.

Harry estaba en el lado opuesto, y aunque trató de mantenerse despierto hasta el final de aquella película, no pasó demasiado tiempo hasta que el cansancio consiguió que sus párpados comenzasen a pesar.

Así que terminó perdiendo el hilo de la película porque, a veces sin querer y a veces queriendo, echaba miraditas de reojo hacia la silueta de Louis iluminada vagamente por el brillo de la pantalla frente a ellos.

Quizás lo más lógico hubiera sido tocar su hombro con gentileza y despertarle, decirle que estaba cansado y que deberían irse a la cama, porque tenían que presentarse en los juzgados a la mañana siguiente y necesitaban dormir bien.

Pero no pudo.

No porque no quisiera despertarle, sino porque en algún momento, Louis cambió de postura en sueños, y sus piernas acabaron enredadas entre las suyas en el centro del sofá.

Y Harry simplemente no pudo moverse.

Su subconsciente estuvo en una lucha consigo mismo durante un buen rato. Una parte intentaba tirar de su propio cuerpo hacia arriba para levantarse de allí y  marcharse a la cama; la otra parte tiraba hacia abajo y le hacía recostarse contra los cojines del sofá y acurrucarse cada vez más.

Lo último que recordaba era haberse quedado dormido después de haber estado un buen rato con el codo clavado en el sofá, mirando a Louis por encima de su hombro y siguiendo constantemente la línea de su figura hasta que sus ojos se quedaban estancados en la manera en la que sus piernas encajaban con las suyas.

Ahora, había despertado exactamente en la misma posición en la que se quedó dormido.

Echó una miradita hacia Louis; tenía la cara enterrada en los cojines, y sus piernas seguían enredadas entre las de Harry. Así que Harry se frotó un ojo y se incorporó,  tratando de deshacer cuidadosamente el lío entre ellos e inclinándose sobre el cuerpo de Louis para tocar su hombro.

—Louis —susurró, haciendo una mueca somnolienta al escuchar su propia voz ronca y grave retumbando en su cabeza.

Apretó su brazo con gentileza, observando como Louis se movía perezosamente y aleteaba sus pestañas antes de conseguir abrir sus ojos por completo.

Grises. Sus ojos eran azules pero al parecer siempre se teñían grises por las mañanas; Harry acababa de comprobarlo.

Le escuchó quejarse un poco, frotando su cara con parsimonia y arrugando su ceño. Harry soltó una risita, aplastando su mejilla contra el respaldar del sofá.

—Buenos días, otra vez —musitó Harry, esperando pacientemente a que Louis se orientase un poco.

—Hola —su voz sonó melódica y dulce, como si acabase de despertar de un buen sueño y estuviese del mejor humor del mundo.

Oh, y sus ojos se achinaron -creando arrugas a sus extremos- cuando apretó sus labios para regalarle una sonrisa.

—¿Qué hora es? —preguntó Louis, incorporándose un poco para llegar a alcanzar su teléfono sobre la mesita de café frente a ellos, echándole un vistazo rápido, resoplando bruscamente, y volviendo a estampar su espalda contra el sofá.

Vegas LightsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora