Harry aparcó junto al club de golf con más ganas de lo habitual.
Era viernes, tenía la tarde libre y ningún plan más allá de quedarse en casa viendo alguna serie hasta el aburrimiento. Normalmente no le molestaba, pero el día había despertado especialmente soleado, y la simple idea de quedarse encerrado le deprimió hasta tal punto que la sutil propuesta Elliot no le sonó del todo mal.
Así que ahí estaba, enfundado en un conjunto ibicenco de pantalones de lino y jersey holgado, más que preparado para quedarse en el carrito durante todo el juego, bebiendo café con hielo y tomando el sol mientras disfrutaba de la serie que tenía descargada en su teléfono.
—Dame mis gafas de la guantera —le pidió a Elliot. Su novio ya se había deshecho del cinturón, y se arreglaba el cuello de la camisa en el espejo del copiloto.
Le tendió las gafas de sol, y al tiempo en el que las deslizaba sobre su nariz, su teléfono comenzó a vibrar sobre la palanca de cambios.
Ambos bajaron la mirada a la vez. Elliot fue el primero en volver a levantarla levantarla una vez leyó el nombre.
—¿El marido perdido? ¿En serio? —Cuando Harry lo miró de vuelta, se encontró con una de sus cejas alzadas.
No pudo hacer más que exhalar una risa, terminando de colocar las gafas sobre su nariz.
—Fue cosa de Nick —dijo, alcanzando su teléfono—... Supongo que será algo del divorcio.
—Suerte. —Elliot abrió la puerta y salió del coche—. Voy a sacar las cosas del maletero.
Le dedicó un gesto de cabeza como respuesta, y carraspeó antes de dejar que su dedo se deslizase sobre el botón de descolgar.
—Hola, Louis —saludó, apretando el teléfono contra su oído y sacudiéndose el pelo frente al espejito—. ¿Alguna novedad?
—Hola. —Su voz no sonó casual, y Harry frunció levemente el ceño. Él carraspeó—. Sobre el divorcio... nada. Cynthia aún no ha presentado la solicitud.
—Oh. —Asintió para sí mismo, aunque su ceño se arrugó un poco más. Separó los labios en busca de alguna contestación, pero en lo que se movía para salir del coche, Louis tomó la palabra y le devolvió de vuelta a su asiento:
—En realidad te llamaba porque estoy en San Francisco.
—Oh —repitió, echando un vistazo por el cristal trasero. Elliot se echaba al hombro su bolsa de golf. Él apartó la mirada—. ¿Por qué?
—Por trabajo.
El aire se le quedó atascado en los pulmones al momento de dar una respuesta. Porque recordó al instante la última conversación que tuvieron; ese «intentaré hacerte un hueco» al que no quiso darle la mayor importancia.
Sacudió la cabeza para sí mismo.
—Ya, cierto. Me lo dijiste.
—Sí, bueno. —Lo escuchó chasquear la lengua, para después corregir—: lo investigaste.
Harry rió un poco. Algo le incomodó por dentro cuando oyó los pasos de Elliot rodear el coche, volviendo al lado del copiloto y rebuscando una vez más en la guantera. Le echó un vistazo por encima del hombro, y su novio entornó los ojos en un gesto inquisitivo, colocándose unas gafas de sol sobre la cabeza.
Volvió la vista al frente.
—¿Y... cómo ha ido?
—... Bien. —No sonaba especialmente interesado en hablar de trabajo, claro—. He terminado hace un rato, y... estoy en la ciudad hasta mañana.

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Vegas Lights
FanfictionEs el vigésimo primer cumpleaños de Harry y sus amigos deciden llevarle a Las Vegas. Por supuesto que se casa con un desconocido y por supuesto que le olvida a la mañana siguiente. Lo recuerda cinco años más tarde, cuando tiene un anillo de compromi...