Criminal ~ Eddie Munson ⚠️

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No miento si digo que tenía cero ganas de empezar a trabajar en aquella cárcel, mi sueño no era ese, era cualquiera, pero ser carcelera no. Pero claro, necesitaba dinero. Ya había cumplido los dieciocho años y mi familia no es que fuese demasiado adinerada, así que lo único que podía hacer era ayudar.

Para eso, mi padre me mandó a trabajar en su prisión, lo único que debía hacer era cocinar y servir la comida, fácil, supongo. A papá tampoco le hacía demasiada gracia que yo estuviese en el mismo sitio que algunos presos, pero nos urgía tener un buen sueldo y el mantener la economía de casa, así que hasta que no consiguiese un trabajo formal, aquel sitio iba a ser mi empleo temporal.

El primer día comencé a las once de la mañana. Conduje mi coche hasta la cárcel y allí me esperaba mi padre y Gary, uno de sus compañeros. Me indicaron donde estaba la cocina y allí fui.

-Tú debes ser la nueva ayudante.-Una mujer de unos sesenta años aproximadamente intuyó al verme.

-Sí, soy ____ Grey.-Me presenté y nos estrechamos la mano.

-Louise.-Dijo su nombre.

Ella me enseñó como funcionaba todo para que yo fuese aprendiendo. Las dos cocinamos juntas y lo pusimos todo en las bandejas de fuera para que fuese más práctico a la hora de servir la comida.

La hora de la comida para los primeros presos llegó. Louise me había avisado de que serían algo irritantes conmigo por ser nueva, pero eso ya me lo esperaba, así que estaba preparada para hacer oídos sordos a todo lo que me dijeran.

Los cinco primeros hombres pasaron, de momento todo iba bien. Algunos me agradecían, otros no, algunos hacían burlas y preguntas estúpidas, otros no... Cada uno era un mundo, pero no pasaban la línea de lo irrespetuoso. Hasta el sexto preso.

Llamaron a Louise para que fuese arreglar un baño, pues este se había atascado y ella también formaba parte del equipo de limpieza. Tuvo que irse dejándome sola, cosa que me puso nerviosa. Sé que había funcionarios para defenderme, pero aún y así resultaba una situación peliaguda.

-Veo que Louise tiene una nueva mascota, o más bien, nosotros la tenemos.-Habló aquel idiota.

Me mantuve callada y le serví la comida, iba a ignorar a todos a no ser que me diesen las gracias por mi servicio, educación ante todo.

-No vas a durar una mierda aquí, esto es demasiado para una niñata como tú.-Siguió hablando aquel chico y yo le seguí ignorando.

Su comida ya estaba servida, pero él aún y así seguía estando allí parado mirándome.

-¡Contéstame, zorra!-Pegó a su bandeja y eso me hizo cerrar los ojos con fuerza por el susto.

Esperé a que los funcionarios se diesen cuenta de que aquel hombre me estaba intimidando, pero aquellos imbéciles estaban muy concentrados en su conversación como para percatarse de mi situación.

-Gareth, déjala.-El chico de detrás suyo le habló al preso que me estaba molestando.

Aquel rapaz que me había defendido era bastante guapo. Su cabello era casi tan largo como el mío y tenía unos rizos muy bonitos, era un pelo demasiado cuidado como para estar en la cárcel. Sus ojos chocolates me miraban con comprensión y empatía, se le notaba que tenía una alma caritativa, no como otros de aquí. No sé qué pudo llegar a hacer para estar aquí dentro.

-Le quitas todo lo divertido a la vida, Munson.-El tal Gareth resopló para después irse a sentarse a una mesa.

Supuse que Munson sería su apellido, no parecía un nombre. Ya sabía algo de él. El chico de pelo rizado y de apariencia rockera se puso delante mío para que le sirviese su comida.

O N E   S H O T S | Joseph Quinn & Eddie MunsonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora