Amnesia | 3ª Parte ~ Eddie Munson

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• III PARTE •

—Srta ___, ¿podemos hablar en privado?—El doctor me llamó

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—Srta ___, ¿podemos hablar en privado?—El doctor me llamó.

Mil incógnitas llegaron a mi mente en tan solo unos segundos, pero decidí calmarme y no pensar en nada negativo. Quise moverme para dirigirme hacia afuera, pero Eddie agarró mi mano y la apretó. Lo miré con una sonrisa tranquilizante para que supiera que todo estaría bien, todo lo contrario a lo que yo pensaba, pero eso él no debía saberlo.

Soltó su agarre con desconfianza y yo salí fuera de la habitación con nervios acumulados en mi estómago.

—¿Pasa algo, Dr Owens?—Pregunté con preocupación.

Él se aclaró la garganta antes de hablar.
Aquí vamos...

—Hemos encontrado algo en el cerebro del Sr Edward. Es una especie de tumor, es lo que le está causando la amnesia.—Explicó e hizo una pausa.

—¿Pero es muy grave?—Dije enseguida.

—Es terminal.—Soltó sin preámbulos.

El pecho se me encogió, quería gritar. Las lágrimas no tardaron en salir de manera silenciosa.

-Jamás habíamos visto un tumor así, señorita. Es tan extraño, es como una especie de virus cerebral. Se está extendiendo con demasiada rapidez. Hasta ahora, se había mantenido tranquilo, pero, parece que, al recuperar la memoria, el tumor no deja que las neuronas se recuperen.-Me informó con delicadeza.

Me enseñó una radiografía del cerebro de Eddie; Un antes y un después de lo que le había pasado a su cerebro. En el antes, aparecía como un color fosforescente rellenaba un poco menos de la mitad del cerebro. En el después, la mayoría del cerebro estaba inundado del color fosforito.

—Pero... No lo entiendo.—Murmuré y él me miró con atención.
—Él cada vez aprende más cosas, se está recuperando y...—Más lágrimas caían de mis ojos.

—Aunque parezca que está avanzando, realmente no lo está haciendo. Es por eso que quería hablar con usted.—Agarró mi mano suavemente y me guió hasta la silla que teníamos enfrente.
-Siéntese, por favor.—Asintió y yo obedecí.
—La actividad cerebral de Edward se puede detener en cualquier momento.—Un quejido lastimero salió de lo más profundo de mis entrañas.

—¿Podría despertar después de eso?—Lo miré con esperanza.

—Me temo que no, Srta ___.—Negó con sutileza.

O N E   S H O T S | Joseph Quinn & Eddie MunsonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora