BEA
Una semana, llevo una puñetera semana sin ver a Jaden. Tengo que ir a la universidad por las mañanas y cuando salgo me llama Mark diciéndome que no puedo ir a visitar a mi novio porque no se encuentra bien. Y por más que insisto, nunca me abren la puerta del piso.
No me siento bien con esta situación, sobre todo después de decirle a gritos aquello que tanto quiso.
«Soy tuya y tú eres mío».
Y una mierda...
Mi enfado me llega hasta lo más profundo de mi alma. No puedo dejar de pensar que Jaden está con otra en la habitación en donde me quedé a dormir la última noche. Seguro que Mark le cubre mientras se tira a otras y eso no me hace ninguna gracia.
No quiero pensar mal de él, pero habiéndome contado Kenna la historia que tiene con las chicas después de que me dejara con la intriga de saber el por qué del comportamiento de la chica que entró en el restaurante...
Claro que cogía a Kenna en una de esas noches en las que se quedaba a dormir en el apartamento y viene dándose golpes contra la pared. No entiendo como puede tragar tanto alcohol y dejar que surja ese efecto negativo en ella. ¿No tiene miedo a hacer cosas que luego le pueden afectar?
Ahora me encuentro sola en el apartamento. Mi compañeras, porque ya no era mi mejora amiga por andar ocultando cosas, se ha quedado casualmente esta semana en el piso de Mark. Yo creo que es para que no tenga que responder alguna de mis miles de preguntas o para que no se le suelte la lengua sin querer.
Estoy un poco barata de la rutina que llevo, nunca me dijeron que ser independiente suponía llegar reventada a la cama. Las horas extras en el trabajo son agotadoras, sobre todo cuando viene alguien famoso a cantar y tengo que pegarme hasta las tantas de la noche sirviendo copas y cócteles. Todo es muy estresante.
Me miré de arriba a abajo en el espejo, apreciando como una persona puede cambiar tanto con una ropa tan fea. Desde que me puse la ropa escotada y el pantalón apretado de Jaden, dándome confianza en mí misma; me veo fea con ropa que tape mucho. No sé cómo podría llamarse ese efecto psicológico, pero me gusta este cambio que he dado.
Por fin tengo algo de seguridad y confianza en mí...
Agarro la barrita de cereales con chocolates que he dejado en lo alto de la barra americana y salgo del apartamento para ir a trabajar. Las rutinas son duras, no hay que negarlo, pero después me alegraré cuando vea el sueldo que me pagan por estas horas echadas.
Mi jefe me dijo que con las horas extras puedo llegar a superar la cifra de dos ceros; es decir, puedo superar los mil euros.
No se como podría sentirme cuando vea mi primer sueldo y que supera tal cifra, pero se que nunca me voy a sentir igual de reconfortada conmigo misma.
Recordó las calles principales con bastante velocidad. Me he acostumbrado a ir por los callejones y sus ataduras; al fin y al cabo, voy a vivir aquí para siempre. No voy a volver al pueblo del que provengo. No voy a volver después de descubrir que aquí puedo sonreír y vivir una vida plena.
Otra de las cosas que me preocupa es mi madre. No me llama desde hace tiempo, incluso la he llamado yo, pero nadie coge el teléfono. Tengo pensado irme al pueblo cuando gané mi primer sueldo, un sábado por ejemplo. No quiero imaginarme que le han pasado algo malo, pero ninguno de ellos me coge el teléfono y eso es muy preocupante.

ESTÁS LEYENDO
Todas mis lágrimas
Teen FictionBea Traver se mudará a una ciudad donde compartirá apartamento con una chica, una chica que le hará enloquecer cada día que pasé con ella. Su escapada del pueblo se debe a varios motivos, así queriendo dejar atrás todo lo vivido. En la nueva ciudad...