Capítulo 22

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Entramos en la recta final >:0

JADEN

Me levanté antes de tiempo para poder hacerme un desayuno fitness, o por lo menos eso intentaba. Me cuesta mucho estar sano o comer sano. Me gusta el deporte, pero no me gusta la hierba que hay que comer para estar en buen estado. Aún así, lo hago.

Preparado una tortitas de avena e incorporé un poco de miel con unas pequeñas frambuesas en lo alto; como si estuviera poniéndole una guinda al pastel.

Abrí el frigorífico y cogí el zumo natural, exprimido por mark y metido en una botella de cristal, y me lo serví en un vaso. Me sabe mejor las comidas y las bebidas cuando son hechas por otra persona, otra persona que no tiene ni idea de que le estoy robando.

—Ya estás robando —escuché decir detrás de mí. Esa voz tan ronca y grave,causa de haberse despertado hace poco, provocó que me diera un sobre salto y tirar un poco del zumo.

—¿Tú eres tonto? —pregunté frunciendo el ceño.

Creo que debería callarme la boca. no es por nada grave, sino que estoy insultando a la misma persona a la que le estoy robando. no queda muy bien eso, eh.

—Es decir, ¿qué tal, amigo? —corregí sonriendo falsamente. Mark sonrió al notar mi esfuerzo por no liarla mucho.

—Bea te tiene hecho un hombre —soltó riendo y alejándose por el mismo sitio de donde vino. suspiré y me llevé los alimentos a la mesa pequeña del salón. Hoy tengo ganas de desayunar viendo la televisión.

Con el tenedor corté un pedazo de esa tortuga y me la lleve a la boca, no sin antes analizar cada de esto de la tortita. Como ya dije, no sé cocinar y el pequeño quemado que posee cada tortita es un claro ejemplo de ello.

Cuando metí ese pequeño trozo en mi boca, las papilas gustativas desearon estallar para no tener que saborear más ese pedazo de mi eres que me serví. Antes de que estas explotaran por el mal sabor de la tortita, retire el trozo con los dedos y lo lance a la basura; si dos este de diez al entrar del tirón.

—Algo bueno tiene que tener esto... —dije para mí, mientras echaba una efímera mirada a las demás.

Primero pensé en dárselas a los gatos callejeros de la calle, pero no quiero ni pensar en la reacción que tendrían cuando se metieran un trozo en la boca. Seguro que plantearían como enterrarme vivo mientras duermo. Los gatos tienen un mundo aparte, tengo videojuegos de esos de perros contra gatos... Bueno, tenía cuando era pequeño.

Cogí el plato y me levanté de un salto. Me da mucha pena tirar la comida, pero esto no hay persona que se atreva a comerlo. Ni siquiera me lo como yo que nada más que como porquería.

Una vez que solté el plato en el fregadero, cogí el móvil y me metí en una de las mejores aplicaciones que tengo para recibir comida. Pedí un desayuno especial; unió de esos que llevaban beicon, huevo y toda pringue que se pueda obtener en esta vida.

Llevé el zumo a mis labios y... ¡Que puto asco! escupí el zumo en el fregadero mientras abría el grifo y, apresuradamente, metía toda la cara debajo de este.

Las risas se hacían presente en la habitación, provocando en mí una reacción de desconcierto y enfado. Me di la vuelta para comprobar quién era o quiénes eran los responsables de aquellas asquerosas risas.

Todas mis lágrimasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora