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Esperamos en la parada del autobús y la observé mientras. Más de lo que ya lo había hecho. Nunca había visto alguien tan atractiva. Era preciosa e inteligente, he de decir que esa era la mejor combinación, lo gracioso era que se pasaba la mayoría del tiempo como si la gente le irritase, cosa que me hacía gracia porque su cara enfadada no me daba miedo del todo.

Sacó un paquete de Skittles y se metió dos caramelos en la boca. Sonreí por inercia y le quité uno mientras me levantaba, posé la mano en el poste de la carpa que cubría los asientos.

Ya había llegado el bus, nos ibamos a subir a él para llegar a casa de Will, más que nada porque queríamos llegar antes a su casa y porque no me apetecía dejar que CJ caminase con la costilla rota.

La nombrada imitó mi acción y también se levantó mirándome mal por coger de sus caramelos.

-Mira guapo, si quieres unos, te los compras o por lo menos me pides permiso.- se quejó mirándome y señalándome con un dedo acusatorio, la miré de reojo antes de sonreír y ponerme la mano en el pecho dramáticamente.

-Me compraría unos si no fuera un fugitivo ahora mismo, de hecho soy un fugitivo por tu culpa.- me lamenté con la mano en el pecho, ella elevó una ceja inquisitiva y volví a meter la mano en el paquete de caramelos.- Y como eres la culpable, tengo derecho a comerme tus caramelos.

Rodó los ojos y me apartó antes de subir al autobús, se sentó en uno de los asientos más cercanos a la ventana y yo me senté en el que quedaba a su lado. Me miró frunciendo el ceño y luego al paquete de caramelos, claramente a punto de preguntar algo.

-¿Es por esto?- preguntó curiosa cruzando las piernas. Enarqué una ceja encogiéndome de hombros, frunció los labios esperando respuesta y cuando se dió cuenta de que no estaba pillando la pregunta habló.- Lo de caramelito es por los Skittles.

Sonreí mirando hacia otro lado, cuando vió que no decía nada apoyó la mano en mi brazo para que la mirase, sonreía muy poco, tanto que apenas se notaba, pero lo hacía. Aproveché su despiste para quitarle una gominola y sonreír mientras me miraba con desaprobación.

-Da igual la razón del apodo, lo importante es que no voy a dejar de hacerlo.- comenté burlón. Iba a decirme algo, pero me miró de reojo antes de volver a su sitio con sus gominolas. En la siguiente parada la noté rara, estaba más seria y fruncía el ceño en su sitio, continuó así incluso cuando bajamos y nos mezclamos entre la gente. Aquel silencio repentino me molestó en serio, tanto que no pude callarme más.

-¿Estás enfadada porque no te he dicho la razón de tu apodo, caramelito?- pregunté mirándola. Ella suspiró y negó frunciendo el ceño, se remangó las mangas de la camiseta blanca y me señaló, antes de entrelazar su brazo con el mío, como si fuera a contarme el chisme más interesante del año. Miré unos segundos aquella unión y sin querer sonreí. Aquello que ella hizo de forma involuntaria y sin pensar, a mí me hizo saltar por dentro. Con aquello estaba demostrándome que por lo menos tenía esa confianza conmigo.

-No es eso.- replicó frunciendo el ceño.- Estoy segura de que nos están siguiendo, creo que desde que nos subimos al autobús y puedo decir con seguridad que no es de la policía.- aseguró girando en una esquina, la miré frunciendo el ceño e intenté no girarme para comprobar lo que me decía.- Es un profesional y juraría que va armado, si no tenemos un golpe de suerte, va a ser un sicario.

-¿Cómo sabes eso?- pregunté mirándola. Estaba cien por cien seguro de que ella tenía razón, pero me podía la curiosidad al decirme aquello porque ni siquiera se había girado ninguna vez como para ver eso. Ningún policía ni militar tenía esas aptitudes. No llegó a responderme porque miró hacia un coche.

🆆︎🅰︎🅽︎🆃︎🅴︎🅳︎ (𝙇𝙄𝘽𝙍𝙊 𝙄 𝙮 𝙄𝙄)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora