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La miré mientras trataba de esquivar mi mirada.

-No tienes que contarmelo, caramelito.- aseguré sonriendo. Ella se encogió de hombros y señaló el coche.

-No sabemos cuánto vamos a estar aquí, así que te lo contaré.- dijo acomodándose en su sitio.- No es que me haga ilusión contarlo, pero mi madre insiste en que debo pasar página.

-Te escucho.- aseguré haciendo que me mirase. Sonrió ligeramente y asintió.

-Lo sé.- comentó sacando el paquete de caramelos. Sonreí, pero no dije nada.- Ya sabes que soy militar, bueno hace 7 años cuando era más joven, me enamoré de un chico. Había terminado mi formación y mi primera misión. Nos conocimos en verano cuando ambos estábamos de vacaciones porque también era militar. Lo sorprendente fue que nos hicimos muy amigos aquel verano y luego cada verano repetíamos el proceso de quedar y tal. Hace 4 años me pidió ser su prometida y yo acepté sin pensarlo. Aquel verano ambos se lo contamos a las familias, se conocieron y todo de maravilla.

Hizo una pausa para soltar los caramelos. Por un momento dió una bocanada de aire y puse la mano en su regazo para que se tranquilizase, no me gustaba verla así, tenía la sensación de que estaba angustiada y eso me angustiaba a mí.

-Hace tres años, cuando ya teníamos todo listo para casarnos en verano nos llamaron a una misión en Afganistán. Un equipo especial de militares. Nosotros nos encargaríamos de lo que la mayoría de militares no querían, misiones peligrosas. A mí eso me encantaba, era lo que yo quería y él también.

-¿A los dos?- pregunté con curiosidad. Ella asintió con los ojos cristalinos.

-Su coronel estaba sorprendido por mis habilidades y por las suyas también, así que no lo dudó para meternos en esa tropa. Me ascendieron y yo estuve a cargo de ellos. Era la capitana.- comentó nerviosa.- Nadie sabía que nosotros íbamos a casarnos y tampoco lo dijimos porque ambos sabíamos que podíamos hacer la misión. Decirlo haría que el coronel pensase que nuestro trabajo estaba condicionado por las emociones. Nosotros no queríamos abandonar la misión.

-¿De qué trataba?- pregunté haciendo que ella aprovechase para respirar.

-Teníamos que ir a la embajada estadounidense que había allí, proteger a un senador que salía de allí, había ido allí para negociar un trato con un criminal para que se entregase. No puedo decirte mucho más porque era muy confidencial.- comentó cruzada de brazos y sin mirar a ningún sitio.

-¿Cuántos erais?- pregunté frunciendo el ceño.

-Estábamos en una misión importante y peligrosa, así que a diferencia de lo que puedas estar pensando, cuantos menos fuésemos mejor. Nos enviaron a los cinco mejores, pero...- se calló un momento y me miró.- Alex, mi prometido, iba conmigo. Éramos dos francotiradores, un informático y un artillero. Yo era francotiradora en la planta más alta y Alex en la más baja del edificio de enfrente.

<Sacamos al senador por la puerta delantera para no levantar sospecha. Lo vestimos como un civil afgano y lo metimos en el coche, pero le dije al artillero que no arrancara. Que había algo mal, por lo sencillo que había sido sacar al senador de allí, y efectivamente. En el coche había una bomba que se activaba al encender el coche. La habían instalado mientras sacábamos al senador. Alex tuvo que bajar por que su posición era la más baja y sacó al senador, yo me reuní con él en la mitad del edificio y me mantuve allí con el senador. Estuve a punto de bajar, pero escuché una explosión.>

CJ se limpió las lágrimas, era como si contándome aquello estuviese reviviendo todo.

-Nadie arrancó el coche, alguien la detonó.- explicó cruzada de brazos. Seguía sin mirarme y sentí un escalofrío cuando siguió hablando.- El senador me hizo entrar en razón para no salir y pedí ayuda. Aquel día perdí a tres compañeros. El artillero que conducía, quién iba junto al senador en el coche y a mi prometido que iba de regreso para sacar al resto. No pude llorar en ese momento, porque mi misión era el senador y tenía que llevarlo. El helicóptero nos recogió y cuando volvimos a Estados Unidos, me derrumbé, el capitán ya sabía que iba a casarme con Alex. Me condecoraron por salvar al senador.- dijo sonriendo amargamente.- No salvé a mi equipo, pero me dieron una puta estrella plateada por salvar al senador de Estados Unidos.

-No tuviste la culpa.- aseguré haciendo que me mirase.

-No, claro que no, la tuvo el informático. Quería desactivarla manualmente desde el ordenador y desde la sede, y por accidente, la detonó.- aseguró molesta limpiándose las lágrimas.- Hice un gran trabajo para mí país, pero perdí a alguien importante para mí.

Ya no estaba llorando, solo estaba enfadada y podías verlo si la mirabas. A esto se había referido momentos antes con Milo.

-Después de esa misión, al informático lo dejaron seguir trabajando y a mí también, pero pedí que por favor no trabajase más conmigo. No podía perdonarle, para mí eso era difícil. Después de esto no volví a dejar que nadie muriese en una misión, prefiero morir yo antes que otra persona de mi equipo. Pero hoy la he cagado con Will.- explicó resoplando.

-No lo has hecho, vi que ibas a advertirle para que se alejase de la puerta.- expliqué haciendo que se encogiese de hombros.

-Pero no sirvió, está muerto.- susurró con las piernas en el salpicadero.

-Ya y no morirá nadie más, así que cálmate, caramelito.- dije colocando la mano en su barbilla para que me mirase.- Te lo prometo.

Me miró por unos segundos y luego resopló divertida.

-Ni que fueras Dios, tú qué sabrás.- replicó haciendo que sonriese. No quería seguir estando triste y por eso el cambio de actitud.

-Rézame, a lo mejor obtienes lo que quieres.- aseguré divertido. Vi como enarcaba la ceja divertida y volvía la vista al frente. Su sonrisa se cambió por una mueca al ver que había un hombre justo en frente suya, donde había un hombre alto y corpulento con el pelo rapado a cero. Llevaba un puro en la boca y las manos metidas en los bolsillos mientras sonreía.

-¿Qué coño?- preguntó CJ mirándome. Ella frunció los labios y miró a los lados. Teníamos a dos hombres esperando en nuestras puertas.

Abrieron las puertas y el hombre caminó hasta donde estaba CJ.

-Me ha dicho un pajarito que me buscas, preciosa.- aseguró sonriendo. Tenía un grave acento ruso cuando hablaba en inglés. Se sacó el puro de la boca y soltó todo el humo de una bocanada en la cara de CJ. Ella lo miró a los ojos sin temor alguno y aquello pareció gustarle al condenado.

-El pajarito te ha informado bien, ¿me vas a dar el gusto de hablar contigo?- preguntó ella en un ruso bastante claro mientras sonreía. Aquel era Bosco Malatov, el mano derecha de Fiodor.

-Por supuesto, a una belleza como tú lo que sea.- dijo acariciando su mejilla. CJ no vió venir el golpe en el salpicadero haciendo que quedara inconsciente.

Y yo tampoco a decir verdad.

🆆︎🅰︎🅽︎🆃︎🅴︎🅳︎ (𝙇𝙄𝘽𝙍𝙊 𝙄 𝙮 𝙄𝙄)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora