Me había despertado temprano para poder trabajar concentrada en algo que no fuera Kai (ya he decidido llamarlo así cuando está conmigo). Ya me suponía una distracción estando en estancia allí, a su lado cuando no estaba ocupada, simplemente era una adicta al sexo, tanto que se me olvidaba que él era el malo y yo la buena.
Nos hemos dado cuenta, querida.
Llevaba desde las siete de la mañana delante de la pantalla del portátil y eran las nueve y media, como es obvio rastrear el móvil de Lefebvre era complicado porque lo había enrootado. Yo era buena hacker, pero se ve que él sabía contratar gente que protegiese bien sus dispositivos. Podía hacerlo, pero joder, mi paciencia tenía un límite, es como ese problema de mates que haces una y otra vez y sigue sin salirte a pesar de que te sabes el procedimiento.
Suspiré frotándome el cuello, lo estaba notando cargado y me estaba doliendo hasta el pelo por la postura en la que estaba sentada. Sentí un par de manos comenzar a masajearme en los hombros y sonreí sin apartar la vista del ordenador.
-¿Qué tal vas?- preguntó Kai dejando besos en mi nuca, se asomó dejando la cabeza sobre mi hombro y suspiré cansada.
-Este tío tiene hackers personales y seguramente mejores que yo, no estoy segura de que pueda hacer nada y la cena es esta noche, siento que estoy yendo a contrarreloj.- repliqué molesta, se acercó a mi oído y dejó un suave beso antes de hablar.
-Vamos, caramelito, puedes hacerlo, yo sé que puedes y tú también.-comentó haciendo que sonriese.- El problema es que tienes que relajarte.- susurró antes de tirar del lóbulo de mi oreja, todo esto sin dejar de masajear mis hombros. Sin dejar de sonreír, comencé a teclear de nuevo los códigos que necesitaba para cargarme la protección del móvil de Lefebvre. Una vez echo eso, su sistema sería vulnerable y localizarlo me tomaría poco tiempo.- Te ves preciosa.
-No me desconcentres.- exigí mirándolo de reojo. Pude notar que sonreía y se llevaba la taza de café a los labios sin dejar de mirarme. Estaba por girarme para decirle que no hiciese eso cuando el sistema de Lefebvre cayó, de repente cuando uno de los códigos terminó de introducirse. Abrí los ojos quitando las manos del teclado, por sorpresa, por miedo a cagarla o qué sé yo.
-¿Qué?- preguntó asustado Fiodor, soltando la taza. Lo miré sonriendo ligeramente y él ya tenía un atisbo de sonrisa que me indicaba que ligeramente había entendido mi alegría repentina.
-El sistema es mío.- comenté volviendo a teclear. Había cierta alerta que podía llegarle si yo tardaba mucho en ejecutar los pasos siguientes. Solo necesitaba averiguar dónde estaba una de las invitaciones que envió. Fiodor a mi lado sonrió dejando un beso en mi cabeza.
-Era obvio que ibas a lograrlo, lo sabía.- dijo sonriendo, y de verdad tenía ese brillo en la mirada cada vez que hablaba conmigo. Como si de verdad le fascinara el verme, se le iluminaba la cara y aquello me hacía sonreír. Sabía darme cuenta de esas cosas, aquello que él decía sentir para mí no era mentira, pero su vida y la mía no me parecían compatibles.
-No lo sabías, querías que pudiese lograrlo.- repliqué mirándolo divertida. Él rodó los ojos y me señaló.
-Tengo mucha fe en ti, aunque creas que no.- me regañó antes de volver a coger la taza. Terminé de revisar el sistema cuando di con una entrada enviada por Lefebvre. Guardé la entrada para que pudiéramos entrar, ya que una vez tenías la invitación la dirección estaba allí mismo en forma de coordenadas. Sonreí y guardé las coordenadas antes de llamar a Fiodor para que viese lo que había logrado. Dió un ligero salto al ver las coordenadas y no dudó en plantarme un beso en los labios.
-Mi caramelito es un genio.- susurró sonriendo.- Ya podemos ponernos con el plan. ¡Bosco!
La puerta de su despacho se abrió y Bosco se presentó allí. Fiodor lo miró serio y de forma más fría que a mí, pero con algo de aprecio aún. Como el aprecio que se le tiene a un buen amigo, a uno al que le confiarías tu vida sin dudarlo ni un segundo.
ESTÁS LEYENDO
🆆︎🅰︎🅽︎🆃︎🅴︎🅳︎ (𝙇𝙄𝘽𝙍𝙊 𝙄 𝙮 𝙄𝙄)
ActionCassandraline Janahaussen McReynoldfield Thompson, para acortar CJ McReynoldfield y para acortar más: CJ. Es la jefa de la brigada antinarco tráfico. Con 25 años ha sido ya condecorada 3 veces, experta en 7 lenguas extranjeras, ex militar francotira...