00

220 13 7
                                    

Estaban en una junta de la ONU, los países presentes hablaban en los típicos grupitos, nadie hablaba con alguien más que no estuviera en el grupo donde se sentaban y hablaban, o en el caso de algunos, criticaban. La puerta de la habitación se abrió, la organización entró y saludó a los presentes, quienes devolvieron el saludo al unísono. ONU fue hasta su escritorio y dejó sus cosas, para luego ir y encender en micrófono.

—Bien...¿Se escucha bien?—preguntó

Todos asintieron.

—Perfecto. Bueno, podemos comenzar la junta, pero primero...—la organización sacó algunas hojas.— Primero tomaré lista....

—Agarrense que esto va para largo...—dijo el mexicano en un susurro.

La organización comenzó a decir los nombres de los país por orden alfabético, comenzado con Afganistán, un buen rato después dijo;

—Mo... Mozambique?

Nadie contestó. El angoleño estiró su cabeza, ¿Su hermano no había asistido a la junta?, ¿Por qué?

—Ghm...Supongo que no asistió...Bueno, sigamos...¿Namibia?

La lista siguió y siguió. El angoleño estaba...algo molesto, no sabía muy el porque, pero algo le molestaba.

La junta termino luego de algunas horas. 

Cada país se fue para dónde quiso, algunos en grupo, algunos en pareja, otros solos, como en el caso de nuestro angoleño favorito. Este había caminado al lado contrario al que los demás se dirigían, caminaba mientras trataba de llamar a su hermano, quería preguntarle si se encontraba bien, pero fue enviado directamente a buzón. Ahora estaba extrañado, incluso preocupado, su hermano siempre asistía a las juntas, casi nunca había faltado, y cuando lo hacía avisaba tanto a ONU como a él.

—¿Le habrá pasado algo? —pensaba mientras se sentaba en una banca, estaba bastante preocupado.—Tranquilo, solo...debe estar ocupado y no pudo asistir, si...eso debe ser.—se dijo a si mismo, tratando de no preocuparse de más. El Africano suspiró, luego de un momento de pensar, se dió cuenta que estaba fuera de edificio, más específicamente, en el parque frente a este, ¿Cuando salió? Nisiquiera se dió cuenta cuando lo hizo.

—Ey...Hola, Angola.—dijo alguien frente a él, tampoco se dió cuenta cuando llegó. Subió la mirada, encontrando a cierto malgache frente a él. —¿Eh? Hola, Madagascar, ¿Pasó algo?

—Bueno...quería ver si sabías porque no vino tu hermano...—le dijo.

—No, no tengo idea, nisiquiera me puedo comunicar con él.

—Oh...disculpa, ¿Puedo sentarme?—preguntó mientras señalaba un espacio en la banca, junto al menor de los dos.

—¿Eh? Oh, claro, siéntate.

El angoleño se pegó más a la banca. El malgache simplemente se sentó.

—¿Por qué crees que no haya venido?—preguntó el malgache una vez se sentó.

—No lo sé, espero que por trabajo...

Silencio, ninguno de los dos sabía cómo seguir la conversación, que recordaran, nisiquiera tenían relaciones diplomáticas. Y a ser sinceros, nunca cruzaban palabras más allá de la laboral o un "Buenos días, Tardes o noches", un "Hola", una disculpa por un error cometido o un permiso.

—...Amm...Y...¿Que vas a hacer? ¿Te quedarás o te irás a tu territorio?—preguntó el malgache tratando de entablar una conversación, a él nunca le enseñaron a hablar con otras personas, no tenía permiso de hablar, "Calladito se ve más bonito" le decía su padre, con una frase "Robada" de su pariente, España...¿Porque no lo colonizó ella en lugar de su padre?

—Me iré, quiero buscar a mi hermano...—respondió.— ¿Y tú?

—Yo me quedaré un rato más...tal vez me vaya mañana...

Y otra vez silencio, ¿Cómo podían ser tan malos en algo tan fácil como hablar?, No lo sabian. El angoleño seguía tratando de comunicarse con su hermano, parecía que tenía su celular apagado.

Angola suspiró. No tuvo suerte al contactar a su hermano. El malgache por su parte solo jugaba con sus dedos, estaba algo aburrido y no sabías que más hacer.

—Madagascar.—llamó el angoleño al contrario. Este solo giró su mirada hacia él.— ¿Crees que...podrías tratar de llamar a mi hermano? Por favor. Tal vez a ti te conteste.—pidió el mayor, algo apenado, no era muy fan de pedir ayuda.

—¿Oh? Oh, si claro.—sacó su celular de uno de los bolsillos del pantalón.— eh...¿Cuál es su número?—preguntó, ya que desconocía esa información.

—ghm..—el menor abrió el contacto de su hermano, mirando el número de teléfono de este.— El **********

—Gracias.—el chico pulsó el botón para marcar al mozambiqueño.

Tuvo los mismos resultados que Angola, nadie contestó.

Al amgoleño solo pensaba...

¿Dónde se había metido Mozambique?

🔍

En Busca De Un Africano | CountryhumansDonde viven las historias. Descúbrelo ahora