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El Angoleño caminaba por una zona desconocida para él. ¿Dónde carambas se había metido?, ¿Porque no había traído un mapa o algo por el estilo?

El sonido de su estómago llamó su atención, estaba hambriento; pero adivina, no había traído suficiente comida.

Que buen rescatista era...

-Carajo...-habló el angoleño-¿En donde... estaré?-murmuró por lo bajo mientras trataba de caminar sin caerse.

-No lo sé- se escuchó otra voz, provocando que el country soltara un grito muy varonil por cierto-...¿Esta bien?

-...¿Que haces aquí...?-preguntó al reconocerlo

-Vimos que salió para acá, y bueno...lo seguimos-dijo con una inocente sonrisa.

-¿Vimos?, ¿Seguimos?-preguntó confundido.

-Je...hola, Angola...-se escuchó una nerviosa voz masculina, la cuál el Angoleño reconoció al instante.

-¿Madagascar...?, pero...¿cómo?-preguntó aún más confundido.

-Larga historia. ¿Por qué no me avisaste que decidiste buscar a tu hermano?

-...Olvidé llamarte.-mintió a medias.

-Oh.

El silencio de unos segundos fue roto por el sonido del estómago del Angoleño.

-¿Por qué no nos paramos a comer, descansamos un rato y luego recobramos el camino?-sugirió Madagascar.

-Me parece bien, tengo bastante hambre.-dijo el menor.

-Yo no. Seguiré avanzando, no puedo detenerme.

Nuevamente sonó su estómago. Maldito órgano traídor.

-Se nota que no tiene hambre-bromeó Jose-. Venga, hay que sentarnos por acá, comemos, recobramos fuerzas ¡y continuamos con la búsqueda de el señor Mozambique!-dijo alegre.

-Pero yo no pue-

-Nah, si que puedes. Anda, come algo.-dijo lanzándole una manzana.

-¿De dónde la sacaste?, se supone que hay escasez...

Madagascar se tensó un poco, para luego sonreír nervioso.

"-¡OIGAN, VUELVAN AQUI!-Exclamó una mujer molesta.

-¿¡POR QUE HICIMOS ESO!?-preguntó Madagascar mientras cargaba un puñado de frutas.

-¡TU LO SUGERISTE!-respondió otro hombre, cargando otro puñado."

-...Las...¿Planté...?

-...Aja, claro, y yo no odio a Congo.-dijo con sarcasmo el Angoleño, para luego morder la manzana.

-...-no contestó.

Madagascar y Jose estuvieron hablando un buen tiempo, mientras comían. Durante ese tiempo, el angoleño solo comía en silencio, escuchando las aventuras de los otros dos.

En Busca De Un Africano | CountryhumansDonde viven las historias. Descúbrelo ahora