✨ Égocentrisme ✨ (Severus Snape y Tu)

Capítulo 5 🐍

Entré al Gran Comedor arrastrada por el hambre. Y como dicen los muggles: "para un buen conocimiento es necesaria una buena alimentación." Ese día me sentía decidida, motivada por algo más que el apetito: quería ganar puntos para Slytherin desde el primer día y dejar a Gryffindor bien atrás.

Tomé asiento. Aunque muchos creen que los de Slytherin somos fríos y solitarios, la realidad es otra: suelen sentarse en grupos pequeños y charlar entre ellos como cualquier otro estudiante. Yo, por mi parte, no soy sociable ni pretendo serlo. Me siento mejor en silencio, con mis pensamientos.

La comida apareció con un destello sobre la mesa. Caliente, aromática... y perfecta. Tomé un trozo de pollo, jugoso y bien dorado, y justo cuando buscaba un poco de mantequilla para el pan, una duda me cruzó la mente:

¿Dónde está Severus?

No es que me importe, claro. Pero... me intriga saber si decidió desayunar o si ya se fue directo a clases. Volteé a la derecha. Nada. A la izquierda. Tampoco. Lástima para él, pensé. Se está perdiendo este banquete... aunque, sinceramente, me vendría bien un poco de mantequilla derretida.

Extendí la mano para tomar una pequeña taza de plata, justo cuando otra mano se estiraba hacia la misma. Mis dedos se toparon con los suyos. Y entonces, ambas manos se quedaron fijas, entrelazadas brevemente, como si el tiempo se hubiese detenido justo ahí.

Levanté la mirada con curiosidad... y ahí estaba él.

POV Severus Snape

Tomé asiento lejos de mi sitio habitual. No quería ver a Lily. Me sentía... decepcionado. Dolido. Así que me senté dándole la espalda a la mesa de Gryffindor.

La comida apareció. Me serví sin mucha emoción, aunque deseaba un poco de mantequilla para los pancakes.

Estiré la mano sin pensar mucho, pero al hacerlo, mis dedos rozaron los de alguien más. Alcé la vista... y me encontré con sus ojos.

Ella.

No sé por qué no solté su mano de inmediato. Algo me lo impedía.

—¿Pueden... darme un poco de mantequilla? —interrumpió Alexa, rompiendo el hechizo invisible.

Solté la mano de inmediato y volví a mi plato, fingiendo normalidad.

—Toma —dije, entregándole la mantequilla a Alexa.

Ella sonrió y se sirvió con naturalidad.

—Así que, Severus —dijo luego con un bocado en la boca—, otra vez con el privilegio de la mejor habitación...

Asentí con la cabeza. Prefería no hablar.

—¿Ya conoces a (t/n)? —continuó— Ella tiene ahora la mejor habitación de las chicas.

Tomé mi copa de jugo y la llevé a los labios.

—No sabía que fueras tan inteligente... ¿con qué calificación la obtuviste? —pregunté, mirándola fijamente.

Ella se quedó muda, visiblemente ruborizada.

—¡Sacó cien! —interrumpió Alexa con entusiasmo.

Levanté mi copa con una sonrisa muy leve, casi imperceptible.

—Brindemos, entonces... por los mejores alumnos que Slytherin puede tener.

Ella me miró, contagiada del gesto, y levantó su copa también.

—Tú lo has dicho.

Las copas se tocaron en un suave tintineo. Por un instante, me pareció que nuestras ambiciones se encontraban. Tal vez... no estábamos tan solos en nuestra excelencia.