Irradio una confianza innegable mientras ocupaba el centro del lienzo. Me observé sin pudor, como quien sabe perfectamente lo que vale. Mi mirada desafiante y mi postura firme eran una extensión de lo que soy: segura, egocéntrica, absolutamente cons...
Me encontraba en la biblioteca, caminando con pasos rápidos entre los altos estantes de madera oscura, tratando de mantener la compostura mientras la ansiedad comenzaba a crecer en mi pecho. Estaba tan concentrada en encontrar los libros correctos que apenas si me percataba del crujido de las tablas del suelo bajo mis pies o del tenue susurro de las velas flotantes que iluminaban el lugar con una luz cálida y suave.
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Estaba agachada frente al estante de Transfiguración Avanzada, repasando los títulos con rapidez. Sólo me faltaba un libro para terminar de preparar el material del día siguiente, pero el reloj parecía correr en mi contra. Si no regresaba pronto a la sala común, corría el riesgo de ser sorprendida por un prefecto o, peor aún, un profesor. Y eso significaría perder puntos para Slytherin. Inaceptable.
Justo cuando mis dedos rozaban el lomo del tomo que buscaba, escuché voces más allá del estante, del otro lado del librero. Una risa suave, seguida de un susurro demasiado familiar.
—Me encantas, James... —murmuró una voz femenina, justo antes del sonido húmedo de un beso.
—Y tú a mí —respondió él con una confianza que me hizo rodar los ojos, aunque nadie pudiera verme.
Fruncí el ceño. No podía creer lo que estaba escuchando. Por Merlín, ¿quién se pone a besuquearse en la biblioteca? Estaba a punto de alejarme, incómoda, cuando algo en su conversación me detuvo en seco.
—¿Tienes mi trabajo? —preguntó Potter con desenfado.
—Sí, toma —respondió Lily Evans, como si entregarle deberes ajenos fuera la cosa más natural del mundo.
—¿Todo está correcto?
—Claro, lo hizo el imbécil de Severus —dijo ella con una risa burlona que me heló la sangre.
Sentí una punzada en el pecho, seguida de una ira contenida.
—Ohhh, Quejicus... ese tarado es bueno. Espera... ¿"Trabajo realizado por Andrea"?
—Obviamente no le dije que era para ti —continuó Lily—. Le dije que era para mi mejor amiga. Solo tienes que cambiar el nombre de la portada y listo.
—La próxima semana tenemos un ensayo de cinco páginas...
—No te preocupes, me encargaré mañana. Le diré al narizón ese que lo necesito otra vez. Pero por ahora... ¿por qué no vamos a un lugar más privado?
No podía creer lo que estaba escuchando.
Lily Evans, la eterna prefecta ejemplar, la admirada por tantos... usaba a Severus como si fuera un elfo doméstico. Y él, por alguna absurda devoción, seguía cediendo. ¿Cuánto más permitiría que lo manipulara? ¿Por qué no veía lo evidente?
Un nudo se formó en mi estómago. No era sólo indignación. Era una mezcla amarga de decepción y tristeza. No por ella, claro. Sino por él.
Me alejé en silencio, con pasos tan rápidos como cautelosos. La rabia se mezclaba con el frío de los pasillos mientras cruzaba el castillo para regresar a la sala común de Slytherin. Por suerte, no me crucé con nadie.
