-2- Los Magne

253 28 51
                                    

T/N

Entré junto a mi madre al comedor, donde ya nos esperaban nuestros invitados estrella de la noche.

El tenso ambiente familiar ya hacía presencia. Charlie nos saludó con emoción, y todos en la mesa voltearon a vernos.

- ¡Llegaron al fin! -anunció mi padre con emoción al vernos- Lilith, amor mío, sálvame de toda esta tensión familiar -suplicó con dramatismo-.

Y no era para menos, las reuniones familiares lo ponen sensible y algo dramático.

- Cálmate majestad -se burló una voz femenina y elegante-.

Recorrí la mitad de la mesa en busca de mi lugar, hasta que vi un par de alas negras, enormes y oscuras, con el plumaje desordenado.

- ¿T/N todo bien? -volteó el dueño de aquellas alas- ¿Pasa algo? -preguntó preocupado-.

- Para nada, tío Kesabel -respondí con una sonrisa-

Antes de seguir mi camino, una mano me tomó del brazo, al voltear había una preciosa flor negra, sostenida por el tío Yakun, que estaba sentado al lado de Kesabel.

- Te lo agradezco, tío Yakun -acepté la flor-.

- Es bueno verte pequeña cuernitos -signó con una sonrisa nostálgica-.

- ¡Eso quedó en el pasado Tamiel! Supéralo -gritaba mi padre-.

- ¡Nada de eso Lucifer! Aún me debes por aquel golpe -reclamaba la tía Tamiel-.

- ¡Fue un accidente, y tú te lo buscaste por arrojarme ese cadáver! -gritó de vuelta-.

Seguí mi camino hasta mi lugar, me senté en calma junto a Charlie, agradecida de tener al tío Gabriel sentando cerca para evitar algún "ataque".

Sin que nadie lo viera, llevaba conmigo aquel libro del librero de papá, decidí leer un par de páginas para matar el tiempo.

- ¡En guardia enano rabioso! -sentí un golpe en la mesa, junto a gritos de la tía Tamiel-.

Levanté la vista del libro, para ver a mi padre subir con dificultad a la mesa por su estatura, y a la tía Tamiel sobre la mesa, usando una cuchara como arma.

- Niñas cubran sus cabezas, puede que esto se ponga feo -advirtió Gabriel, levantando un plato como escudo-.

Mientras mi padre y mi tía peleaban en la mesa, me dediqué a mirar al resto de los tíos que nos acompañaban.

Desde el musculoso tío Shamsiel, el intelectual Yakun, el sensible tío Kesabel, el burlón Belial, y el siempre elegante Gabriel, claro también me fijé en la hermosa y valiente tía Tamiel.

Todos con personalidades extravagantes, sonrientes y alegres, la familia más extraña de los reinos.

¿Es por esto que todos aquí son ángeles caídos? A excepción de Gabriel que sigue siendo un ángel en todo su esplendor, al menos tres aún conservan sus alas, Tamiel, Yakun y Kesabel. Los únicos que no se cortaron las alas cuando fueron expulsados del reino del abuelo Dios.

Las alas negras de Kesabel lucían enormes a mi vista, mientras las alas grises de Yakun eran más pequeñas, pero ágiles según las historias de papá.

Todo esto me recordaba a aquel ángel, Cassiel, un nombre curioso y lleno de misterio, su atuendo, sus modales, su mirada, todo de él no era convencional, y eso comenzaba a llamar mi atención.

Mi madre se levantó de su asiento de golpe, levantó sus manos y sin esfuerzo usó uno de sus poderes para arrastrar a los que peleaban a sus respectivos lugares en la mesa, nadie reclamó nada, todos saben que no se cuestiona a la reina.

♤Quemar El Cielo♤ ■CassielxT/N■ Donde viven las historias. Descúbrelo ahora