Capitulo 3

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Me separé riendo nerviosamente y Pedro no dejaba de sonreír. ¿Qué había sido eso? Jamás fui tan impulsiva con los abrazos. ¿Qué hacía él acá? Si ayer me comento que tenía mucho trabajo por hacer. Suspiré rápido y le ofrecí un café, pues yo seguía en el horario de trabajo.
Entramos y le indiqué dónde sentarse. Preparé un café para él y un té para mí, no había muchas personas en el lugar y ya faltaba poco para que termine mi horario, así que decidí sentarme a charlar con Pedro.

-No puedo creerlo, ayer dijiste que tenías mucho trabajo por hacer. ¿Por qué no me avisaste?- Moví mis pestañas repetidas veces estirando los labios. Bajé la taza y apoyé mis brazos cruzados sobre la mesa. Sus orbes color café me observaban a través de la taza mientras daba un sorbo a su café, tenía una expresión juguetona, luego bajó el tazón.

-Creo que así funcionan las sorpresas ¿No?- Levantó ambas cejas.- Me dieron una semana libre y decidí venir a molestarte.- Agregó mientras comía una tostada. La miró frunciendo las cejas y saboreándola.-Egto egta mu dico.- Reí asintiendo.

¿Por qué reía tanto? Dios.

Lo observé un momento, él chequeaba su teléfono. No me di cuenta que empecé a morderme la uña de mi pulgar. Parecía cansado, tenía un poco de canas en su barba y su cabello despeinado. Levantó la vista hacía mí y yo giré la mía en dirección a la ventana. De reojo noté que volvió a bajar riendo. Me concentré en una mujer al otro lado de la calle renegando con sus hijos. Recordé a mis sobrinos y reí internamente.

-¿Sigues en este planeta? -La voz de Pedro me sobresalto.- Te estaba preguntando a qué hora termina tu turno.

Había divagado un buen rato al parecer. Lo miré con una sonrisa tímida y él la devolvió. Saqué mi teléfono del bolsillo de mi delantal, mi vista rebotó entre el teléfono y los ojos de él, que esperaba mi respuesta. Sonreí.

- Terminó hace cinco minutos. Agarro mis cosas y salimos.

Levanté las tazas y platos de la mesa, Pedro quiso ayudarme y se lo negué varias veces. Bueno, llevó el servilletero. Aunque yo sabía que Jennie, mi compañera, iba a tener que volver a acomodarlo en la mesa, lo dejé pues se veía muy tierno ayudando. Antes de salir Jennie le pidió una foto y por un momento recordé su fama, o algo así.

La verdad yo no lo veía así, no conozco nada de cine ni Hollywood, lo sentía como un buen amigo. Con su calidez te hacía sentir que eso de la fama no existía.

Sé que solo hablamos por mensajes o llamadas pero Pedro resultó ser muy buena persona, gracioso y atento. Le había comentado las charlas problemáticas que tuve con mi madre hace días y cómo me dolía no poder solucionar los problemas por la distancia.

Él me contó de la muerte de su madre, Verónica, una noche que nos quedamos en llamada toda la madrugada. Sentí su dolor al tener que recordar para explicarme, no supe que decirle pero hice mi mejor esfuerzo para no parecer idiota.

Suspiré, pensando en cómo le explicaría esta amistad a Jaqui.

-¿Vamos? - Preguntó Pedro cuando terminó de hablar con Jennie.

Probablemente le tenga que explicar a ella también.

Asentí y salimos por la puerta principal. Mientras cruzábamos la calle me preguntó si debía volver más tarde y qué me gusta hacer a la salida del trabajo. Me agradaba que hablara en español, aunque a veces se confundía palabras yo sabía que a ambos nos servía practicar el castellano a pesar de tener jergas diferentes.

Se me escapó una gran sonrisa y solté muy feliz:

- Es miércoles de vinilos. Seguime. -Giré y comencé a dar pasos hacía mi tienda favorita del pueblo.

Él siguió mis pasos mientras me contaba lo mal que la pasó en el avión con un bebé llorando y un viejo que miraba una película con volumen muy alto. Caminamos una cuadra, giramos en la esquina y entramos a la tienda.

-Hi Joseph.- Saludé al dueño de la tienda con mi mano.

Ya era como un amigo de tanto que me veía comprando acá, nos hemos quedado horas hablando de música. Joseph miró a Pedro entrecerrando los ojos intentando reconocerlo de algún lado, este se puso un poco nervioso, le asintió en modo de saludo y el vendedor lo imitó dejando de lado su intento de reconocerlo. Ya me preguntará después seguro. Le hice una seña de que iba a mirar los discos y me sonrió. Pedro se quedó viendo unos en particular, me acerqué a él.

-Prince...-Leí sonriendo. Me dedicó una mirada tranquila.

-A mi madre le encantaba.- Dijo mientras levantaba uno.

Pensé un momento. Se lo saqué de la mano y caminé hacia Joseph quien revisaba una agenda en el mostrador. Dejé el vinilo en frente de él y gire hacia Pedro.

-Entonces nos lo llevamos. Quiero escuchar.

Conocía perfectamente a Prince, a mi madrina le encantaba y se encargó de que me gustara a mí también. Pero quería conocer más a Pedro y sabía que era algo especial para él. El sonso intentó pagar pero no lo dejé. Era mi regalo. Pagué y salimos. Se veía gracioso con su mochila, parecía un niño.

-Vamos a mi casa a comer algo mientras escuchamos el disco, ¿qué opinas?- Cuestioné.

Pedro posó su mano izquierda en la barbilla fingiendo que pensaba en su respuesta. Logró ponerme un poco nerviosa. "Tal vez sólo pasó a saludar" pensé. Reí y él me acompañó bajando sus brazos. Me dio una respuesta afirmativa y caminamos hasta mi casa.

Cuando entramos agradecí haber tenido una crisis anoche haciéndome limpiar toda la casa. Así lograba dispersar los malos pensamientos.

Hogar limpio, cabeza también.

Dejamos los abrigos en el perchero y yo tomé camino directo a la cocina. Revisé si tenía todo para poder cocinar, lavé mis manos y luego me acerque al tocadiscos secándolas con un trapo. Observé como Pedro se detuvo a ver el mueble de vinilos, había dejado el de Prince en la mesa pequeña frente al sillón. Así que lo tomé y lo coloqué en el tocadiscos.

Mientras sonaba la música nosotros comenzamos a cocinar. A medida que vaciamos el plato la charla se extendía. Surgían debates sobre todo, de su país, mi país, nuestras tradiciones, comidas, música. La cantidad de temas que abarcamos en pocas horas parecía increíble. Ni nos dimos cuenta que había anochecido. Pedro se despidió y partió a la casa que alquilaba en el pueblo. Yo me dispuse a limpiar la cocina, antes apagué la música del tocadiscos y puse Spotify.

Sonaba Lana del Rey y yo danzaba lentamente en la ducha al ritmo de West Coast. Al terminar me acosté en la cama en ropa vieja que usaba para dormir. La pantalla de mi teléfono se iluminó por un mensaje de Jaqui.

También tenía uno de Pedro hace media hora:

Llegue bien. Gracias por la tarde tan agradable, eres buena amiga.

Sonreí pensativa, no entendía por qué vino a verme en su semana libre pero me gustaba tener un amigo latino después de tantos años.

Le respondí:

Obvio, soy la mejor, dulces sueños.

Llamé a Jaqui y nos quedamos hablando hasta quedarnos dormidas juntas.


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Me costó por mucho trabajo pero acá está el terceroo🥺🙏🏼
Comentenme que opinan❤

The Art Of Eye Contact (Pedro Pascal) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora