Capitulo 17

115 13 12
                                    

Bianca.

Sábado.

Mis cejas se arrugaron expresando mi confusión ante las palabras de mi mamá.

— No entiendo a qué te referís.— Una parte de mí no quería entender lo que ella me estaba advirtiendo. 

— Sólo quiero que sepas que siempre vas a tener un lugar acá, mí amor.

— ¿Y qué tiene que ver Pedro en todo esto?— Necesitaba oírlo de sus labios.

Ella suspiró pesadamente. Levanté mis cejas esperando una respuesta, que claramente no me iba a gustar.

— Yo sé que él no va a poder otorgarte lo que vos te mereces, hija.— No contesté de inmediato, mí expresión se desfiguró tratando de aguantar el llanto.

— ¿Y qué es eso que me merezco?

— Una familia, feliz y sana.— Espetó mientras yo caminaba hacía la puerta trasera.

Salí de un portazo, con la lata de tomate en mis manos. Estaba cansada. No entendía por qué no lo aceptaban. Siempre estoy para todos pero cuando yo necesito apoyo, ninguno me tiende una mano. Al final parecía que sólo les servía para sus solucionar sus problemas y después solo se quejarían de mí. Siempre fueron así. Ahg, que bronca. Desde pequeña me trataron de torpe, irresponsable, tonta. Hago un esfuerzo de llevarme bien porque es mi familia pero sólo saben despreciarme y así la vida se vuelve tediosa. 

Pero entré a la cabaña y ahí estaba él. Con su inocente sonrisa, sus manos llenas de harina y masa pegajosa disculpándose por no saber la receta, poniendo ojos de perrito para convencerme, como acostumbraba cuando necesitaba que le diga que sí. 

Y ahí supe que todo iba a estar bien, mientras estemos juntos.

— Otra vez, lamento no saber — Pedro se disculpó por no sé cuanta vez mientras frotaba sus manos entre sí para eliminar la masa pegada.— ¿Qué dijo tu madre?

Uní mis cejas mientras me lavaba las manos con brusquedad. 

— Ya no importa esa. Terminemos esto así nos arreglamos para ir a comer — Suspiré, cerré los ojos para calmarme. — Ok, mientras hago la salsa... bañate. 

Tiene que ser una linda noche, y tiene que salir bien la sorpresa. Pensé.

Nos bañamos y arreglamos, por separado. El evento con mi madre me había sacado el poco buen humor que tenía. Para mi suerte, o no, Pedro me conocía lo suficiente para saber que pasaba algo. Así que cuando salió vestido del baño, frotándose el pelo con un toallón azul marino, se acercó a mí y dibujó un camino de besos desde mi hombro hasta mi barbilla apoyando su pecho en mi espalda. Tal vez, solo por juguetona, tiré mis nalgas hacía atrás, recibiendo un gruñido como respuesta.

— Ya casi están las pizzetas — Giré sobre mi eje y rodee su cuello con mis brazos, él se empeñaba en saborear mi cuello, sostuvo mi cadera entre sus grandotas manos.— Pedro...

— No me retes, te ves hermosa con ese jean y esa... ese... whatever. Tú, hermosa — Concluyó entre besos ahora sobre mis labios que fueron completamente correspondidos.

— Tenemos que ir a comer. O se van a ir sin nosotros, ya sabes cómo son. Y acá no hay Taxi.

Comimos en familia. "Familia". Cada día dudaba menos, no entendía el mal trato que tenían, o no quería verlo. Camino al bar, nos alcanzaron mi cuñado y mi hermana. Pedro se sentó adelante con Maxi y no pararon de hablar todo el camino de autos. Me alegré de saber que al menos él lo integraba, y también encontró uno de los temas favoritos de Pedro para hablar.

The Art Of Eye Contact (Pedro Pascal) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora