El príncipe Felix proviene de un linaje real destinados a enlazar sus vidas con Dragones, aquellos seres les brindan protección, lealtad y salud. En la mayoría de los casos este enlace ocurre en la niñez, el joven príncipe ha entrado en sus veintes...
—Soy yo quien está agradecido con usted mi príncipe — solo había sido un contacto de labios totalmente casto pero su mente flotaba en endorfinas — volveré pronto de mi misión y retomaremos nuestra conversación.
—Usted va a mantenerse lejos del príncipe — ordeno el mayor.
—Eso es algo que solo el príncipe puede pedirme — le aclaro. — Buenas noches a ambos.
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
—Su alteza — comenzó Christopher a rezongar luego de que el azabache se marchara — ¿Qué hacían ambos aquí?
—Estoy seguro que si usas la imaginación darás con la respuesta — el mayor suspiro agobiado — Sé que velas por mi bienestar en todos los sentidos, pero a veces olvidas que soy adulto.
—No se trata de eso, son las intenciones de Lord Hwang lo que me preocupa — el pecoso espero que siguiera con su monologo — Sé que tal vez sonare atrevido. Pero el solo quiere meterse entre sus piernas, mi príncipe.
— ¿Quién dice que yo no quiero eso? — Sonrió ante la sorpresa en el rostro del mayor — Dios, Christopher... — se echó a reír — Deberías ver tu rostro ahora mismo.
—Príncipe le estoy hablando enserio — la sonrisa murió en la cara del rubio. — Es claro que ambos desean que pasen muchas cosas, la tensión es evidente, pero conociéndolo yo estoy seguro que usted quiere más de ese Lord, veo como usted lo mira.
—Quizás tu tengas razón y debería alejarme, pero no lo sé... ¿Te ha pasado que a veces deseas tanto algo que prefieres tener aunque sea con poco que no tener absolutamente nada? — Hubo silencio — No sueno para nada sensato, lo sé. Quizás este tiempo que Lord Hwang este fuera del palacio sirva para algo.
La noche no fue fácil ni para el príncipe ni para el azabache, ambos pensando en ese beso, esa necesidad de rondar cerca del otro, escuchar sus voces, mirar sus rostros, sentir el aroma de cada uno, era hipnótico y a veces hasta escalofriante no poder mantenerse fuera de la órbita contraria.
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
