Capítulo - XI

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En el capitulo anterior. 

Lo beso una última vez y corrió dentro del palacio, Hyunjin sentía que su corazón se había marchado con ese rubio hombre, se sentía tan vacío y a la vez tan feliz de conocer la importancia en la vida del príncipe, pero el deber llamaba y él debía partir.

Se subió al caballo comenzando un galope rápido, el viento en su cara se hizo más frio y cuando toco su rostro lo noto bañado en lágrimas, estaba roto, sin Felix a su alrededor estaba vacío.  


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Su vuelo con el cadáver de Choi estuvo plagado de ideas que no querían abandonar su mente, las palabras de Felix lejos de reconfortarlo solo habían logrado preocuparlo e instalar una agria sensación en su estómago, pensar en el rubio solo hacía que una parte de él se retorciera como si estuviera bajo algún tipo de envenenamiento mortal.

Luego de dos días de viaje finalmente vio las primeras montañas rocosas que pertenecían a su hogar. Todo tan cálido y de color anaranjado, nada comparado al reino de Green Rock, el cuerpo entre sus garras comenzaba a sentirse putrefacto haciéndolo sentir el doble de asco, voló directamente hasta su castillo aterrizando en la torre más alta en donde toda la ciudad podría verlo llegar.

Volviendo a su forma humana y vistiéndose con los ropajes que la servidumbre dejaba en la torre para cuando los reyes o príncipes volvieran de sus vuelos no anduvieran desnudos; ató una cuerda a los pies de Choi quien estaba envuelto en una especie de sábana blanca y comenzó arrastrarlo hasta dentro del castillo.

— ¡Jinnie! — Fue la voz emocionada de su hermana apenas lo vio entrar al salón principal corriendo hacia él — Has vuelto sano y salvo, gracias a dios. — comprobó todo cuanto pudo mirar de su hermano notando de inmediato algo de tristeza en sus ojos.

—He cumplido mi promesa, Yeji — acaricio el rostro de su hermana. — He traído hasta tus pies al maldito que te desgracio. — apunto al cadáver que arrastraba.

—Oh Hyunjin — exclamo soltando a llorar abrazada del mayor, la verdad es que la angustia había sido una compañera constante desde que su hermano había dejado el reino — No sabes lo que esto significa para mí.

—Lo sé, es un honor haber cobrado venganza por usted princesa de Black Stone — hizo una pequeña venia mientras veía como su padre se acerca lentamente — Mi Rey. — Coloco una rodilla en el suelo y luego cedió con ambas manos la cuerda que arrastraba el cadáver. — Hubiese querido traer al individuo con vida, pero... — miro los ojos de su padre diciéndole en silencio todo aquello que lo atormentaba — No ha podido ser, su cuerpo tendrá que bastar.

—Tuvo que haber sido muy duro para ti hijo mío, lo entiendo. — Tomo la cuerda lanzándola lejos para luego poner de pie a su primogénito y abrazarlo — Has regresado a casa, a tomar tu lugar como el príncipe heredero sin que el pueblo dude más de ti.

Reino de Garras y Sangre. - Hyunlix.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora