Capítulo 15

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Isabell

—Llegas tarde. Otra vez —me recrimina Ayla sentada en la silla de metal acolchonada que hay en la terraza del local.

—El tráfico en Alemania es horrible.

—Eso dices siempre, bonita cualidad tuya, eh —me suelta entrecerrando sus ojos en mi dirección.

Me encojo de hombros porque sé que el llegar tarde a todos lados es un don mío.

Tomo asiento a su lado y coloco mi bolso en la pequeña mesa de té de madera oscura que tenemos. Comenzamos una charla banal en lo que pienso como proceder ahora.

—¿Has recibido mensajes? —dice Ayla de pronto y yo la observo precavida.

—¿De qué tipo de mensajes hablas?

—De los que te ponen los pelos de punta y te dejan con una sensación de miedo e incertidumbre.

—Jummm, no recuerdo haber recibido algo así —contesto haciéndome la loca, aunque claramente haya acertado.

Antes de decirle algo quiero ver qué información puede soltar.

—¿En serio? —cuestiona sorprendida— Pues yo sí que he recibido mensajes de texto así, me tienen carcomiéndome la cabeza las 24 horas del día.

—¿Y quién es quién te envía esos mensajes? —me inclino un poco en su dirección ansiosa porque me cuente quién está detrás de todo esto.

—Tenía mi sospecha, pero si a ti no te los envían entonces no se me ocurre quién podría hacerlo —dice mirándome algo consternada.

Suspiro sin saber si creerle o no, nunca nos hemos confiado nada y que ahora me diga lo que la tiene preocupada me deja con sospechas.

—¿Recuerdas cuando te dije que había alguien que quería hacerte daño? Creo que ese alguien piensa que soy una amenaza y quiere deshacerse de mí —continúa diciendo—, ya he contratado a un muy buen detective y he rastreado los mensajes, pero todo me lleva a un callejón sin salidas.

—¿Has hablado ya con mis tíos? ¿Hace cuanto empezaron a llegarte los mensajes?

—Todo empezó poco después de mi llegada a Plymouth, luego de que descubriera algo que no debía saber y no, no le he dicho nada a mis padres ni mucho menos a los tuyos.

—¿Qué es eso que descubriste?

Ayla niega mirando a todos lados. Fijo mis ojos verdes en los suyos café y antes de que aparte la mirada puedo observar el pesar en ellos.

«¿Qué es lo que sabes y te ha puesto tan melancólica, Ayla?»

—Créeme que es mejor que no lo sepas, así las cosas permanecerán bien.

Bufo, no me creo el cuento.

—¿Por qué me contaste lo de los mensajes? Tú y yo no somos las mejores amigas que se confían todos sus secretos —decido soltar lo que me parece sospechoso a la ve que me cruzo de brazos.

—Porque estás aquí en Alemania, estás más cerca del peligro ahora —me dice como si fuera muy obvio—. Si aún no te han enviado mensajes quiero que estés atenta por si llega a pasar, cuando te envíen cosas será tarde para actuar porque el juego ya ha empezado y créeme que ya no habrá vuelta atrás. Somos familia, Isabell, tus problemas a la larga se convierten en los míos y viceversa. Si no puedo descubrir quién está detrás de las amenazas significa que es muy listo porque créeme que a mí nada se me escapa.

Considero muy seriamente decirle la verdad sobre que yo también he recibido mensajes nada acaramelados.

Como dice ella somos familia así que si nos unimos podremos descubrir quién está jugando con nosotras.

Tiro a ciegas © [TERMINADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora