Tiro a ciegas © [TERMINADA]

Capítulo 12

Isabell

Empiezo a cansarme de tanto misterio.

Quién sea que me envía mensajes lo volvió a hacer.

Esta vez dejó la carta en el casillero de mi universidad. La opresión que sentí en mi pecho combinada con la chispa de ansiedad no me gustó, no quiero seguir teniendo miedo a lo que pueda encontrar algún día de estos. Estoy cansada de ir por la calle constantemente alerta por si me lanzan una cabeza de repente.

Ahora me encuentro en mi auto con la carta en mi regazo. Aún no la he abierto por miedo a lo que me pueda encontrar.

Tomo una bocanada de aire profunda y me mentalizo para abrir la carta. Los latidos de mi corazón parecen ralentizarse en lo que observo la maldita carta.

La tomo entre mis manos y la abro.

Mami y papi guardan muchos secretos porque creen que te perderán si los descubres.

Yo digo que los secretos son los que nos mantienen unidos. Es increíble como es necesario el que una persona le oculte la verdad a otra para convertirse en un secreto, si alguien ajeno se entera automáticamente tiene algo que lo ata al que guarda el secreto, ¿lo ves? Ahora esos dos deben guardar el secreto por lo que permanecen compartiendo algo, ese algo es lo que los mantiene unidos.

Si mami y papi no cuentan ese secreto que los une yo haré que lo hagan y los separaré.

Busca su secreto o alguien más morirá.

Tienes 12 horas.

—Vaya cosa, ahora debo desvelar los secretos de mis padres o la ciudad se volverá una carnicería —hablo sola cerrando mis ojos.

Toda esta situación me da dolor de cabeza.

No sé qué es lo que mis padres me ocultan, pero debe ser grave si alguien más quiere que lo cuenten.

Decido ir a mi casa para empezar a buscar algo que me diga que es lo que ocultan, pero Ayla me envía un mensaje.

¿Podemos vernos?

Es lo que dice y me deja con un interrogante entre ceja y ceja.

¿Para qué?

Espero impaciente a que me responda.

Debo hablar de algo
importante contigo.

No estoy muy segura de querer hablar ahora con Ayla, pero ella rara vez me escribe así que acepto.

En veinte minutos
en la cafetería Lola's.

Envía un emoji de un pulgar arriba y yo bloqueo mi celular para dirigirme al lugar acordado.

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—Llegas tarde —me dice mi prima dándole un sorbo a su bebida.

Dejo mi bolso sobre la mesa y tomo asiento frente a ella.

—Sí, bueno, el tráfico a esta hora es horrible.

Ella asiente algo distraída y yo solo me quedo mirándola a la espera de que cuente qué es lo que tiene que decirme.

—¿No quieres pedir algo primero? —me pregunta mirando los postres que hay en la cafetería.

—No tengo hambre. Dime qué es lo que querías decirme, Ayla.

Ella frota sus manos como si tuviera mucho frío lo cual es irónico porque estamos a pleno medio día con un caluroso sol encima de nosotras.

—Prométeme que vas a tomar en serio lo que voy a decirte —me pide.