Isabell
Mastico con lentitud el bocado que tomé de mi hamburguesa y bebo un poco de agua para ayudar a bajarlo. No soy una persona que acostumbre a comer estas comidas rápidas, pero al tener que mantener un bajo perfil en el lugar donde nos encontramos me veo en la necesidad de pedir lo único que trae el menú si no quiero descompensarme por la falta de ingesta de alimentos.
Mi cuerpo aún sufre por las horas en que me mantuvieron cautiva. Dominik tuvo que llevarme de emergencia a un centro clandestino que sirve como hospital y en el que por una considerable suma de dinero te atienden y proporcionan los medicamentos que necesites sin hacer preguntas. Dominik tenía unos favores por cobrar así que consiguió que me atendieran como prioridad y no indagaron en las causas de los raspones en mis piernas ni en la enorme marca de cortadas que tengo en el antebrazo.
Con el paso de las horas y el precoz saneamiento, la herida tenía un aspecto bastante aterrorizante y por suerte no he cogido ninguna infección; eso sí, los que me curaban me han dicho que debido a todo el maltrato que tuve en el enfrentamiento que tuvimos y la nula limpieza durante el vuelo, la cicatriz que me quedará será algo bastante deforme y de aspecto grotesco.
Ese ha sido un golpe a mi moral porque, aunque no me considere una chica superficial a la que únicamente le importa su belleza, sí me incomoda saber que estaré portando a partir de ahora hasta el resto de mis días algo horrendo que me recordará como llegó ahí.
Puede que una cicatriz solo sea el recordatorio de que sobreviví a una situación de mierda, pero eso no cambia el hecho de que yo no pedí que la pusieran allí. No la quería y la dejaron en contra de mi voluntad. Voy a permitirme compadecerme porque estoy en todo el derecho de hacerlo, espero poder algún día ver esto como algo de lo cual sentirme orgullosa porque sé que fui fuerte al sobrevivir.
—¿No está buena? —me pregunta Dominik observándome con diversión. Él al ser tan cuidadoso con su cuerpo ha rechazado probar algo de lo que ofrecían. Quisiera poder haber hecho lo mismo porque la hamburguesa que me han preparado está casi incomestible, si sigo tragando es porque no puedo estar con el estómago vacío.
—Sabe bien, me gusta —miento porque no quiero que me eche en cara que debí haber pedido ese plato típico alemán con dudosa procedencia. No pueden culparme de no escogerlo cuando sus ingredientes consistían en animales vivos. La cocina de este local me genera total desconfianza.
—¿Es eso cierto? Porque cada que das un mordisco pareciera que estuvieras a punto de tragar cemento.
—Será que pongo esa cara porque me duele todo por el maltrato, la hamburguesa no tiene la culpa —defiendo mi asquerosa elección—. Es más, te daré a probar un pedazo para que compruebes lo buena que está.
Dominik en automático pone cara de asco y yo le sonrío maquiavélicamente. «Oh, precioso, ya veremos si te gusta hacerte el listillo».
Acerco la salada hamburguesa a su rostro y él se aleja de mí corriendo su silla.
—¿Por qué me rechazas la comida? ¿Acaso te doy asco? —hago un penoso puchero y consigo que Dominik desista de apartarse de mí.
—No es eso, kostbar. Ya te he dicho que la comida rápida es un no para mí, es cuestión de dietas y plan saludable que debe llevar un soldado.
—Pero solo sería una mordida, tus superiores no lo sabrían y dudo mucho que te vaya a joder tu estilo saludable.
—No creo que quiera...
—Está bien, déjalo así. Yo solo quería ser una buena compañera brindándote de esto que está tan delicioso, pero ya vi que te repugna comer algo que ya yo probé.
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Tiro a ciegas © [TERMINADA]
Misterio / SuspensoIsabell Müller siempre ha tenido una maravillosa vida, no le hace falta nada. Para su décimo noveno cumpleaños su deseo era ir con su amiga a un festival, claro que entre sus planes no estaba encontrar a un hombre moribundo en medio de la carretera...