Capítulo 3

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Isabell

—Impresionante.

—Es realmente acogedor.

Nuestras palabras van dirigidas a la señora con mala cara que se encuentra del otro lado del viejo escritorio. Ella nos da una mirada que grita "mentirosas" pero la ignoramos.

Llegamos a Derby poco después de las 7 de la tarde y decidimos ir directamente a la posada donde pasaríamos la noche. Hay un pequeño detalle del lugar en el que nos encontramos, no se parece en nada al sitio web donde hicimos la reservación.

En la página muestran a un edificio de unos 4 pisos con fachada impecable y un hermoso portón de rejas en la entrada; ahora bien, la realidad es que el hermoso portón en la entrada está oxidado y doblado, hay una ventana rota en el segundo piso y se puede notar como la pintura ya está desgastada por los años.

—Su habitación es la número 48 del tercer piso —nos entrega la llave—. No se alarmen si ven pasar una rata, aquí respetamos a los animales así que no nos causan ningún problema.

Alexa y yo le dirigimos una mirada incrédula mientras ella se limita a anotar algo en una agenda. Entendemos su falta de atención en nosotras como una señal para que nos larguemos.

—Este lugar está del asco, no creo que cumpla con las condiciones de salubridad necesarias para tener una posada abierta —me dice Alexa mientras subimos las escaleras, pues resulta que el ascensor no funciona.

—Bueno la gente tal vez está muy desesperada como para seguir hospedándose aquí, pueda que el precio bajo influya mucho en que se mantenga este establecimiento abierto.

—La próxima vez no me importará quedarme sin un peso con tal de poder dormir sin miedo de que una rata decida darme un beso de buenas noches.

—Joder no me recuerdes esa posibilidad, si alguna rata se pasea por donde yo esté mis gritos se escucharán hasta el centro de la ciudad —digo en medio de un escalofrío—, le tengo pánico a esos roedores.

—Esperemos que solo haya sido una broma de la señora cara de culo. Me dio la impresión de que es de esas personas que quieren que la vida de los demás sea tan miserable como es la suya.

Yo no sé si creerle o no a la señora del vestíbulo, aunque hay algo en su actitud que me hace pensar que no mentía.

Llegamos finalmente a nuestro piso y empezamos a buscar el número de nuestra habitación.

La encontramos casi al final del pasillo y nos detenemos frente la puerta de madera desgastada.

—Aquí vamos, por favor Diosito, no permitas que una enorme rata me salte como bienvenida —casi suplica Alexa tomando el picaporte de la puerta.

Ella entra primero y enciende las luces de la habitación.

—Sin comentarios...

—Yo si tengo un par de comentarios sobre este fiasco y ninguno es lindo.

—No lo puedo creer, nos han timado —Alexa luce realmente ofendida—, les doy 5 estrellas a su página web y así me pagan.

—No sé si pueda pegar el ojo esta noche.

—Por lo menos la cama no se cae con mi peso —dice Alexa mientras empieza a dar saltitos en una de las dos camas que hay en la habitación.

—Deja de tentar nuestra suerte, lo último que falta es que nos toque pagar por el arreglo de unas camas viejas —le digo mientras dejo mi maleta al lado de la que será mi cama por esta noche.

—Ay por favor, ni que pesara como un elefante —me contesta rodando los ojos.

Ciertamente dudo que el peso de las dos dañe las camas, ambas somos de contextura delgada, difícilmente podríamos derribar esta noche las camas estando solo acostadas.

Tiro a ciegas © [TERMINADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora