Capítulo 32

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Dominik

Algo no va bien.

Una ola de inquietud recorre todo mi cuerpo. Así ha sido desde que recibí aquella extraña llamada de Isabell.

Cada segundo que pasa desde que colgó la llamada me siento más ansioso, pero sin saber muy bien por qué. Es como si tuviera un mal presentimiento sobre algo que está a punto de ocurrir.

No he estado siguiendo el rastro de Isabell como me gustaría porque estos últimos días han sido un problema tras otro y apenas me queda tiempo para comer algo, ni siquiera recuerdo cuando fue la última vez que dormí durante 8 horas seguidas, pero aun así trato de asegurarme, tanto como puedo desde otro país, que Isabell llega sana y salva a su casa.

No entiendo qué ha podido pasar para que ella actuara de una forma tan inusual. Inducida por el alcohol no estaba, cuando suele ser así su boca expulsa sus palabras con lentitud y arrastrando las letras. Cuando Isabell me ha llamado hace unos pocos minutos las palabras salían de forma atropellada por su boca, queriendo decir todo lo más rápido posible, me atrevería a apostar que estaba incluso nerviosa lo que me lleva nuevamente a sospechar que algo esté yendo mal.

«Lo mejor será que vaya a asegurarme que esté bien»

Estoy ideando la excusa que voy a dar para poder salir del CAAM sin que lo noten y no me jodan por abandonar la instalación sin una misión asignada cuando en eso Alex entra a la sala múltiple con una sonrisa que le va de oreja a oreja. El sol está ocultándose por lo que las lámparas empotradas en el techo de Drywall se encienden una por una iluminando el espacioso espacio por el que deambulan soldados, directores y uno que otro miembro del consejo que busca imperfectos para comentárselos al líder. Son unos hijos de putas sedientos de castigo. El bullicio de grupos charlando y riendo en sus minutos de descansos me fastidia y el que Melanie se encuentre dentro de uno de esos grupos mirándome casi sin parpadear me inquieta. Por lo general la evito satisfactoriamente, pero cuando debemos estar en sitios comunes al mismo tiempo ella se convierte en una mierda escalofriante porque no puedo evitar que me mire y lo hace compulsivamente.

Tratando de huir de todos me largo por el otro lado de la sala, saliendo al pasillo privado de ruido. No estoy de humor para perder el tiempo con nadie.

Claro que Alex ignora eso y me ve antes de poder escabullirme con su jodido poder psíquico para identificar mi mal humor y trota atravesando la estancia hasta detenerse a mi lado. Le dirijo una mirada gélida que decide ignorar.

—¿Por qué esa cara de polla flácida? Si sigues arrugando el ceño ninguna chica querrá acostarse contigo, en lugar de hacerlas venir se van a ir corriendo.

—No me jodas ahora, Alexander. No estoy de humor para bromas de mierda.

—Oh, wow. Usaste mi nombre completo lo cual significa que no te has follado a nadie en las últimas 24 horas, o ¿serán más bien 120 horas?

—¿Qué? —espeto sin entender del todo su magnitud de tiempo.

—Ya sabes. Hace exactamente 5 días no ves a nuestra futura jefecita sexy, lo que conlleva a que estés en abstinencia porque al parecer tu polla no quiere nadar en otro coño.

—Sigue hablando y será tu polla la que termine nadando con agujeros por mis balas.

Alex lejos de haberse ofendido se ríe.

—Tranquilo, viejo. Si me quieres ver la polla no tienes que ser tan agresivo, nunca me niego a pasar un buen rato, sea quien sea.

Le gruño como un maldito animal rabioso cuando empieza a acariciarme el brazo para joderme.

Tiro a ciegas © [TERMINADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora