Narrador omnisciente
Aunque muchas historias tienen su final, este no es el inicio de uno.
Los acontecimientos ocurridos suponen un antes y un después en lo que eran las vidas de este grupo tan peculiar. Cada uno con su propia mentira por expiar y que, como consecuencia, lentamente los fue arrojando a las fauces del siguiente plano terrenal.
Errores del pasado les costaron la vida a muchos y eso es algo que la tenaz joven de cabello castaño y ojos verdes no es capaz de aceptar. La nueva era ha comenzado, pero aún no se ha olvidado.
Una energía peligrosa ondula en la calurosa ciudad alemana, como si una nube de tragedia se aproximara con rapidez y descontrol a posarse a las alturas de la ciudad enjaulándolo todo con la furia apenas contenida de nuestra joven protagonista.
Como se decía al inicio, esto no indica el final de la historia, sino el despertar de un ser superior que estaba dormido y en calma.
Al habérsele arrebatado todo lo que amaba los límites entre lo apropiado y catastrófico estaban muy difusos.
Es por eso que, cuando la joven se levanta días después de todo lo ocurrido, todos a su alrededor retroceden al notar el fuego ardiendo en su interior.
Sus ojos, carentes de emoción alguna, albergan un vacío interminable que no puede ser llenado con nada, salvo con la venganza.
—Tráiganlo —ordena con voz inexpresiva sentándose en su trono por ser la ganadora del juego que tanto la consumió.
Ante Isabell, unos soldados de nivel rojo, dejan el cuerpo magullado del que en algún momento ella consideró mejor amigo.
Una vez la sangre de su amado manchó las manos de la castaña, esta en un ataque de ira y descontrol total perforó, a consciencia, con sus balas los enormes tubos que mantenían la calefacción de aquel club en el que se descontrolaron tanto las cosas. El vapor que emanaban las máquinas quemaba en carne viva la piel de los que allí permanecían.
Isabell poco caso hacía a eso y tuvieron que inyectarle un tranquilizante para poder sacarla de ahí con vida. Ahora, de vuelta al CAAM con una nueva responsabilidad sobre sus hombros al haber muerto en combate su antiguo líder y el próximo heredero del legado familiar, Isabell observa todo con una calma autoimpuesta que tiende de un hilo, esperando el momento adecuado para atacar.
—Ponte de rodillas y mírame —exige Isabell al tembloroso y desahuciado Matthew.
Este intenta hacerlo, pero debido a que los distintos soldados que son entrenados arduamente en el CAAM lo tomaron como su saco de boxeo, tiene múltiples heridas alrededor de todo su cuerpo que no han sido tratadas. Mismas heridas que le causan una satisfacción mórbida a la joven castaña, pero que aún no le resultan suficientes.
Matt reconsidera todas las decisiones que lo han llevado hasta ese momento en su vida. No se arrepiente de lo que hizo porque conocía el pasado y todas las difíciles pruebas que tuvo que afrontar Ayla. Ella llegó a su vida para ayudarlo aún cuando la suya propia era un completo asco y la mantenían en la oscuridad. Ella merecía su total devoción.
—No te rogaré por mi vida —escupe el desahuciado con vehemencia. Para él, lo peor que podría pasarle es denigrar su integridad para satisfacer a otra persona así que primero preferiría seguir siendo golpeado a rogar por piedad.
Lo cierto es que las piezas del juego ya fueron utilizadas y cada quién está en el lugar que le correspondía desde que iniciaron la partida.
—No quiero ni espero un miserable ruego por tu parte. Lo que sí ansío es ver tus lloriqueos cuando desees que termine todo pero que no puedas porque no dejarás de sufrir mientras yo siga viva —explica la joven con una jovialidad y sonrisa impropia de sus palabras.

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Tiro a ciegas © [TERMINADA]
Mystery / ThrillerIsabell Müller siempre ha tenido una maravillosa vida, no le hace falta nada. Para su décimo noveno cumpleaños su deseo era ir con su amiga a un festival, claro que entre sus planes no estaba encontrar a un hombre moribundo en medio de la carretera...