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✵𖣔✵𖣔✵𖣔✵𖣔✵𖣔✵






















Marlene fue la primera en abrir los ojos y quejarse ante la luz que entraba por la habitación. Cerró sus ojos con fuerza, tomándose un minuto para entender con claridad lo que había ocurrido.

Aún le costaba no parpadear cansada, pero hacia su mayor esfuerzo por mantenerse despierta.

Entonces, todos los detalles de la noche anterior volvieron a su mente en un instante.

Recordaba las chispas y emociones que sintió en cada extremidad de su cuerpo, como un imán que exigía estar en contacto con el cuerpo de su contrario. La suavidad de la piel caliente, grabada como si de un cuadro se tratase en todo su interior.

Su mente la hacía recordar cada escenario erótico, que fue hecho la noche anterior en la habitación de Crux. El como el Black se había acercado a su cuello para soltar esos suspiros agitados, que solo la motivaban a disfrutar y soltar los jadeos y quejidos de placer que Marlene no tuvo tanta habilidad de controlar. El cálido aliento de Crux rozando su oreja y llamando a su nombre entre suspiros y voz entrecortada, con ese tono de voz ronco que tienen todos los hombres al despertarse, pero que jamás había sonado mejor en aquel momento para Marlene.

Recordaba los movimientos más dulces, cada vez que su cuello era besado, su espalda, su mandíbula, sus clavículas, sus labios, cada parte de su cuerpo habia sido tratada con extremada delicadeza. Su cabeza moviéndose, ladeando hacía un lado contrario para sentir los labios de Crux contra su piel, recordando que se perdía totalmente en su suavidad de formas que aún le sorprendían.

Su manera de sujetarla de la cadera con fuerza, y provocar que cada jadeo de placer, cada llamado con su nombre fuera recibido con la seguridad de que estaba siendo apreciada, disfrutando de la actividad sexual que tenía sobre su cuerpo. El balance de sus cuerpos siendo acompañados por cada suspiro, cada sonrisa correspondida, cada apreciación. Su cuerpo siendo moldeado para provocar millones de emociones, generando placer que podía estar segura de no haber sentido nunca.

La mirada en sus ojos, esa no la olvidaría nunca, esa mirada que la hizo volver a lanzarse a él, volver a sentir el calor de su cuerpo junto al suyo.

Parpadeó al sentir como sus ojos se acostumbraban al la luz del sol, la cual se colaba por un orificio que la cortina de la habitación dejaba entrar al estar mal acomodada.

Levantó la mirada cuando comenzó a sentir pequeñas caricias en su antebrazo, enviándole escalofríos por todo el largo de su espalda, en señal de que Crux ya se encontraba despierto.

Se enderecé ligeramente en su mismo lugar, solo girando sobre su propio eje, apoyando su mano en el pecho desnudo del Black y su barbilla sobre ella, observando como Crux se pasaba una mano por los ojos para despejarse.

𝐉𝐔𝐒𝐓 𝐌𝐘 𝐓𝐄𝐀𝐂𝐇𝐄𝐑; Marlene McKinnon ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora