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Marlene veía con atención el techo de su habitación, como si fuera lo más importante que existiera en ese instante. Se preguntaba muchas cosas.

Habían pasado dos semanas desde que había hablado con Crux después de clase, y hasta la fecha había notado muchas cosas. Había cambiado. Ahora se esmeraba por enseñarle más que nada en Defensa contra las artes oscuras para evitar que la materia volviera a caer. Las muestras de afecto ahora eran más normales entre ellos.

Marlene había descubierto una parte de Crux que no muchas personas habían podido ser capaces de conocer. En esas dos semanas había visto una parte de Crux, la parte en la que el no dudaba en demostrarle el cariño que le tenía mediante besos y abrazos. No se quedaba atrás con el arte de apreciación del contacto físico, fuera de todo lo sexual que muchos supondrían, no lo necesitaban.

También, muchas veces, Marlene había despertado con un ramo de rosas justo a la orilla de su cama, cada mañana al despertar, sin excepción. Había veces también en las que Marlene pasaba la noche en la habitación de Crux, y de verdad todo parecía ir de maravilla. Perfecto.

Demasiado para ser real.

Con cada día que pasaba, Crux se había encargado de eliminar cualquier duda que cruzará por la mente de Marlene. Ni siquiera podía pensar en ello, su mente estaba pasando cada escenario que pasaba entre ellos dos, cada beso, ya fuera en los labios, en la mejilla, en la frente, como dije; perfecto.

—¡Marlene!—la rubia salió de su pequeña burbuja de amor, en el segundo que una almohada golpeó contra su rostro.

—¡¿Que te pasa?!—Marlene regresó la almohada hacía la cama de Lily, intentando arreglar su cabello.

—Te he estado hablando por más de cinco minutos y tú solo te limitas a ignorarme. —contesto la pelirroja sentándose a la orilla de su cama, quedando de frente a la rubia.

—Lo siento, de verdad. —Marlene bajo la mirada hacía el suelo, en donde una rosa se encontraba, se inclinó ligeramente tomándola entre sus manos, cruzando sus piernas sobre su sitió.

—¿Que te sucede? ¿Estás bien?—pregunto Lily levantándose de la cama para caminar unos cuantos pasos y sentarse al lado de la rubia.

—Si, yo solo...—Marlene suspiro, para levantar la mirada y fijar su vista en la de ojos verdes. —¿Cómo supiste que estabas enamorada de James?

—Oh, bueno, esa es una interesante pregunta, pero si responde tus dudas, encantada de responder. —Marlene asintió, aún con la rosa entre sus manos, se acomodo de una forma que quedaba frente a Lily. —Verás el estar enamorada es...algo que no simplemente puedes explicar con palabras. El estar enamorada es como, sentirse pleno, mejor persona con facultades que no sabes que tienes y que...es de esas sensaciones que te permiten reconocer y recordar que la vida es valiosísima y nada podrá compararse a las sensaciones que como persona tenemos la capacidad de realizar. James...bueno, tu bien sabes que no estuve enamorada hasta quinto grado en realidad, pero, el me da una paz que en otra edad y en otra situación no sentía.

𝐉𝐔𝐒𝐓 𝐌𝐘 𝐓𝐄𝐀𝐂𝐇𝐄𝐑; Marlene McKinnon ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora