✵𖣔✵𖣔✵𖣔✵𖣔✵𖣔✵
En realidad no había sido solo una noche cuando Crux y Marlene se quedaron en la casa de Andrómeda, habían sido dos noches. Dos noches en las que pudo conocer y disfrutar de la compañía de personas, que pase a tener distinta crianza a como ella, eso no quitaba el que la hacían sentir en casa. Sin duda, y con quienes había pasado mas tiempo habían sido Regulus y Narcissa.
Y no es que que dijera que no le habían agregado, pero ellos dos, tenían algo que hacia a Marlene conectar con rapidez con ellos dos, la hacían entrar en confianza en un solo instante. Había disfrutado de cada minuto, cada segundo que fuera posible, inclusive ahora se podía decir que la pequeña Emily la adoraba un poco mas que Crux, pero como siempre, todo lo bueno debe acabar.
A los dos días, habían vuelto a Hogwarts, el examen de Marlene se aplicaría sobre cada enseñanza para aplicarla y no reprobar, el hecho de que cada vez faltaba menos para su graduación hacia poner a la rubia nerviosa, se preguntaba que sería de su vida una vez ese papel estuviera en sus manos, una vez ya no tuviera que volver al colegio que ve como un hogar, un lugar en donde paso siete años de su vida.
Después de regresar, Crux había dejado a Marlene en la oficina de la profesora McGonagall, que sería la encargada de aplicar dicho examen. Sabía que aún había dudas en los pensamientos de la rubia, y el se había encargado de resolverlos todos, o al menos una parte.
Su cabeza descansaba sobre sus antebrazos, los ojos completamente cerrados, disfrutando del silencio el que ningún estudiante estuviera rondando por los pasillos, algo que unos pocos días acabaría.
Se sobresalto ligeramente cuando la puerta de su oficina fue golpeada, miro el reloj por encima de su hombro, era demasiado pronto para que Marlene hubiera terminado su examen, y en todo caso, la rubia sabía que no era necesario que tocará su oficina, ella siempre podría entrar, aún cuando el no estuviera. Suspiro y se levantó, caminando, arrastrando los pies, y su rostro no pudo evitar la sorpresa que se formó al identificar la persona que se encontraba frente a el.
—Casi diez años sin verte y ahora apareces en mi oficina. Vaya sorpresa. —soltó Crux con notable desagrado en su voz, haciéndose a un lado, dejo que su visita pasara. —¿Embarazaste a alguien?—el hombre se colocó frente a el con notable irritación en su rostro. —Entonces no veo porque la visita a mi vida Alphard. —se alejó de su primo caminando de nuevo hasta su escritorio.
—Sirius me comento lo que hiciste. —Crux lo observó con diversión en su rostro, alzando una ceja con incredulidad. Alphard tomo asiento frente a el tomando el trago de licor que Crux le ofrecía.
—Y cuéntame, ¿Que hice yo, según Sirius?—bebió su vaso de un solo trago, dejando el ardor de su garganta de su garganta repasar unos segundos, antes de volver a servirse un nuevo trago.
—Robarle a su novia. —Crux frunció el entrecejo, fingiendo estar pensando.
—¿Novia? No sabía que tenía novia. —Alphard lo observó con irritación. —¡Oh! Ahora lo recuerdo si, es que, ya sabes, Sirius, chicas, un caso sin resolver. Pero si, recuerdo oír a un amigo suyo hablar sobre una chica, Margaret Whrite si no me equivoco.
—Yo estoy hablando de Marlene McKinnon. —Alphard interrumpió su pequeño juego de tonterías. Crux rodo los ojos con fastidio.
—Según yo McKinnon no era novia de Sirius desde hace 5 meses. Inclusive me atrevería a decir que desde mucho antes, pero en fin, ¿Que tiene Sirius con decirle a todo el mundo?—Alphard lo observó como si estuviera bromeando. —Enserio, la próxima vez no me sorprendería ver al profeta parado frente a la puerta de mi oficina preguntando acerca de la relación de Sirius y Marlene y cual es mi relación con ella.
—¿Por qué?—Alphard preguntó después de unos minutos. Crux lo miró con atención. —¿Por qué jugar con los sentimientos de una estudiante? ¿Por que meterte con una persona que ni siquiera el colegio ha acabado? Y no puedes decir que es solo diversión, porque sabes tan bien como yo, que para ella no será así.
Crux suspiro cansado, inclinando su cabeza hacia atrás, dejándose caer en el respaldo de su silla.
—¿Cual es el punto de esta conversación?—Crux volvió su mirada hacía el, mirando como prendía un cigarrillo. —Tal vez, buscas que acepte algo que no es cierto. ¿Sirius te mando a eso cierto? No esta seguro de lo que dice y reclama sobre mí, pero no te preocupes, tal vez si tengo una pequeña charla con Margaret Whrite sus sospechas sean ciertas. —Crux sonrió sarcástico y con ironía, causando que Alphard rodará los ojos.
—¿Nunca vas a cambiar, cierto?—Alphard aspiró la nicotina de su cigarrillo, desviando su mirada hacia el portaretrato que había detrás de Crux, quien en cuanto descubrió su mirada, escondió el cuadro en uno de los cajones. —¿Ves en McKinnon a Maddy?—pregunto poniendo una sonrisa burlona en su rostro.
—¿Cual es la necesidad de nombrar a Maddy?—Crux apreto la mandíbula. —No tienes derecho a mencionarla, no cuando tu, fuiste quien le dijo a mi madre que yo salia con ella. Gracias a ti, mi madre la asesino frente a mi. ¿Y todo porque? Porque a mi querido primo, Alphard Black le gustaba “mi chica”, pero ella solo lo veía como un amigo mas.
—Yo si la amaba Crux. —Alphard respondió enfadado.
—Claro, la amabas tanto como para besar chicas a diario frente a ella. —enfatizó Crux con sarcasmo. —No sabes amar.
—¿Y que hay de ti? Ella sabía que estar contigo no era tener una relación estable asegurada. ¿Con quién creías tu que iba cuando descubría que tus antiguas conquistas seguían buscándote? ¿Quién creías que su hombro para llorar?—Crux sonrió ladino mientras miraba el anillo en su mano. —¿Por qué carajos sonríes?
—La respuesta es sencilla. Yo era su novio, con quien ella se casaría. Tu eras solamente el chico que ella veía como un amigo y se sentía afortunado solo por obtener una palabra de ella. Yo la amaba de verdad. Apreciaba cada detalle de ella, el color de sus ojos, cuantas pecas tenia en su rostro, la historia detrás de la cicatriz que tenía en la costilla derecha, el porque no le gustaba el color anaranjado de su cabello, el porque disfrutaba de la lluvia, el porque odiaba los días calurosos. —Alphard lo miro con atención. —No hay día que no me arrepienta de conocerla. Así ella al menos estaría viva en este instante.
—¿Entonces por qué le haces lo mismo a la pobre chica McKinnon?—Crux bajo la mirada hacía el tatuaje que se encontraba en su dedo medio, de la mano derecha con el nombre «Maddy» en japonés. —¿Crees que encontrarás en amor que Maddy te daba en McKinnon?
—Ya lo dije una vez, no lo volvere a repetir. No hay nada entre McKinnon y yo. Jamás lo habrá. Yo estoy aqui para dar clases, no para enamorarme. No soy mas que su profesor.
Solo era un juego...¿No?
—Seguro que sí. —Alphard tomo de un solo trago el alcohol. Para después levantarse bajo la atenta mirada de Crux, quitó el cigarrillo de sus labios y lo piso. —Ya que no consigue por lo que vine, me retiró, y ahora di, espero cumplir esos casi diez años.
—Igualmente primo. —Crux lo siguió con la mirada hasta que salió de su oficina. Observó el reloj detras de el, fijandose que ya había pasado de la hora y media que se le había dado a Marlene. —Ella nunca sera Maddy. Jamás podrá ocupar su lugar. Nadie puede.
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𝐉𝐔𝐒𝐓 𝐌𝐘 𝐓𝐄𝐀𝐂𝐇𝐄𝐑; Marlene McKinnon ✓
Fanfic✦; ¿Quien dijo que todo protagonista es bueno?