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Movía su pierna de arriba abajo con ansiedad. Marlene sostenía una carta entre sus manos. Una la cual no la tenía contenta.

Sirius había escrito en un breve párrafo de cuatro renglones como se disculpaba por no poder llegar, pero al parecer, aquella vieja amiga, la cual su novio había conocido desde la infancia, había llegado recientemente de Estados Unidos, amiga, la cual era dos años mayor que Sirius, pero sobretodo, aquella chica había causado demasiada inseguridad en la rubia cuando la conoció. No solo por lo superficial, si no también por el interés que Sirius había mostrado en ella cuando había llevado a Marlene a conocerla y como, casi toda aquella cena, Marlene había escuchado como Sirius halagaba a la pelinegra, dejandola a ella de lado por completo.

Y ahora, también lo hacía. O quizá ella exageraba al pensar de aquella forma. El pensar que quizá Sirius podría llegar a engañarla con aquella chica, solo hacia que su estómago se volviera un nudo de emociones.

Pero si ahora lo pensaba mejor, Sirius siempre que se trataba de sus amigos, los cuales el tenía fuera del colegio, siempre habían hecho demasiadas bromas pesadas, incluso aquella primera vez que Marlene los había conocido, había escuchado palabra por palabra, como halagaban a Sirius por sus múltiples conquistas y su buen gusto en las chicas. Inclusive había escuchado la pequeña aventura que Sirius tuvo con la novia de uno de sus amigos, el cual, no parecía importarle aquel detalle en absoluto, puesto que seguía con el, y la había conocido esa misma noche, y se había dado cuenta de algo. El la manipulaba.

Pero eso ya no le incumbe a ella, lo que si importaba, era como aquel amigo había coqueteado con ella tan abiertamente teniendo a Sirius al lado, el cual parecía ignorarlo. Conforme iba pasando la noche, Marlene no soportaba la incomodidad del lugar, tanto que arriesgándose, tomo un abrigo negro, extraño de alguien ajeno, y había salido por la puerta trasera caminando alrededor de cinco cuadras, descalza y con sus tacones en mano, a la casa de Lily, quien enfadada e indignada con Sirius la recibió.

Después de eso, parecía que Sirius no le había importado el que Marlene se fuera, pues cuando lo volvió a ver, que fueron dos días después de aquel incidente, parecía totalmente feliz, actuando como si nada hubiera sucedido. Inclusive cuando llegaron a la casa de los Potter, ella y Lily, James había notado aquella incomodidad de parte de Marlene, tratando de alejar a Sirius lo más que pudo de la rubia.

Pero al final, ella lo perdono. Y siempre se golpeaba por ello. Por ser tan estúpida, y ser tan manipulable. Era algo que odiaba de ella.

Queriendo despejarse, arrojó aquel papel completamente arrugado en un pequeño depósito de basura que tenía al lado de su escritorio cada que alguna tarea lo requería, ya que nunca solía convencerle lo que hacía.

𝐉𝐔𝐒𝐓 𝐌𝐘 𝐓𝐄𝐀𝐂𝐇𝐄𝐑; Marlene McKinnon ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora