Once:

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-¿Un baile? -dije yo, con los ojos completamente abiertos en asombro.

-Sí, muchacho. Como te digo: es una joven de clase media-alta, asiste a estos bailes como si fuese lo más cotidiano para ella, porque en serio lo es. Esta semana su familia está organizando uno para honrar a su madre, una diseñadora muy reconocida en la época de hoy. ¡Debes ir, así podrás acercarte a ella! A lo que me refiero es que tienes que deslumbrar, tienes que...

-¡Pero yo no sé nada de etiqueta ni tengo clase! ¡Voy a ser el hazme reír de todos los invitados!

-No estoy hablando de lo eres por fuera, Hans. Importa más lo que eres en tu interior.

-¡Ah, Kristoff! ¡No me vengas con tu filosofía de nuevo! Alguien como yo no...

-¿Puedo ayudarlos en algo?

Y entonces, ahí estaba ella. Su mirada era penetrante, imponente. Era como perderse por un momento en la infinidad del universo y todos sus enigmas.

También tenía una dulzura innegable, muriéndose por salir. No pude evitar escanearla de pies a cabeza. No quería parecer acosador, pero quería conservar todos los recuerdos que me fuesen posibles de ese primer encuentro.

Mis ojos se detuvieron en una marca sangrante que tenía en su cuello. Eran los dos colmillos de un vampiro inexperto que yo conocía muy bien...

Al verme, sonrió. Yo le correspondí el gesto con la mayor dulzura posible.

-Hola, señorita Hollander. Estamos interesados en el evento que su familia está organizando. Sé que no tenemos invitación, pero...

-¡Fallon! ¿Qué haces aquí afuera? Ya sabes que después de lo que te pasó esa noche en el cementerio...

-Estoy bien, mamá. -respondió ella tranquilizando a la dama que había salido por la puerta y ahora se encontraba frente a nosotros también.

La señora asintió ahora más calmada y al vernos preguntó:

-¿Y quiénes son estos caballeros, hija mía?

-Me presento, señora: mi nombre es Hans. Hans Van Daan. -empecé a responder yo.

-Y yo soy Kristoff O'Conell, madame. -concluyó mi benefactor depositando un beso cordial en la mano de la madre de la joven- Acabamos de llegar de viaje y oímos sobre el maravilloso baile que harán en su honor. Me preguntaba si...

-¡Eh, Kristoff!

Otro hombre alto, delgado y de cabello brilloso se unía a la conversación. Se parecía mucho a Fallon, pues tenía la misma mirada y contextura que ella. También compartía sus ojos verdes, que era en lo primero que me había fijado al conocerla, y pronto descubriría por qué el parentesco.

Pero por alguna razón que me pareció extraña y algo graciosa, el sujeto también conocía a Kristoff.

Pasamos otro intervalo de tiempo conversando. Allí supe que el hombre era el padre de la señorita y que conocía al que se estaba convirtiendo en mi mejor amigo porque al parecer Kristoff era un personaje de mucho estatus por ahí. Todos creían que era un conde o a veces empresario poderoso. Una de dos, pero siempre con poder y muy adinerado.

-Propongo que nuestros talentosos jovencitos pasen tiempo juntos hasta el día antes del baile. Así, mi hija decidirá si desea que el joven Hans la acompañe o no. -propuso el señor Hollander.

Ella me volvió a dar esa hermosa sonrisa y yo sentí el calor apoderándose de mis mejillas por un momento.

-Estoy de acuerdo. -dijimos ella y yo al unísono.

-Entonces está arreglado. -respondió Kristoff alegre.

Y así, entre risas y algo de vino que yo no consumí por muchas razones, nos dirigimos a casa habiendo encontrado una pieza más del rompecabezas de la historia de mi madre y quizá, de la mía también.

-Kristoff...-dije yo entrando en el sarcófago.

-¿Sí?

-¿Cómo es que sabías los detalles de todas las chicas a las que visitamos y los de Fallon?

Entre risas, él respondió:

-A un conde que pasa su vida viajando y manipulando grandes sumas de dinero se le es muy fácil conocer los secretos de la vida de las personas que viven como él, mi querido Hans.

Y así, luego de quedarse absorto mirando el suelo de su alcoba por unos minutos, concluyó:

-Ten aquí, come algo mientras yo bebo un poco de sangre del refrigerador. Estoy hambriento. Pero por favor no vomites con el olor.

De esta manera, me dio un batido de frutos rojos y se dirigió a la heladera, para alimentarse un poco.

Los siguientes días serían emocionantes y decisivos para mí. Intentaría averiguar sobre el pasado de la mujer que me llevó en su vientre y pasaría algo de tiempo con una joven muy especial.

¿Qué podría salir mal?

Hans el temible.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora