Veinticuatro:

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Veinticuatro:

Quando mi sveglio in medio della sera e guardo tutto quello che in questo corto tempo ho vissuto con te.

 Ti lo dico in questa lingua perché è stata la prima che ho conoscuto e magari l'unica.

 Perché quando si sente freddo, ascolterai la mia canzone, come ti la cantavo e come ti chiedevo chetornassi a casa con tutte le forze del mio cuore.

 E adesso, sentirti così lontana, sotto la coperta del mio letto, quando magari ci abbiamo perso nellainterpretazione, qualcosa di più grande di due corpi, due anime, due cuore.

 Adesso, sentirti vicino, mi rendo conto che l'amore tra due esseri diversi non dovrebbe importare.Perché all'amore non le importa le differenze e l'amore vede a tutti uguali. 

Amarti, Fallon, è stato delle migliore cose che ho fatto e non parlo di tracciare il tuo corpo con le miemani, lasciare il segno dei miei baci, bensì conoscere quella ragazza che c'è più di questoLa che mi a insegnato che pure gli angeli possono avere paura della morte e va bene così.

 Perché insieme possiamo imparare a perdonare tutti quelli peccati, se in questo modo ci amiamo è statouno solo. 

Ti amerò finché l'ultima stella della morte morirà, ragazza italiana 

Con l'ultimo respiro della mia anima.

Cuando me levanto por la noche, y veo todo lo que en este corto tiempo he vivido contigo.

Te lo digo en esta lengua, porque fue la primera que conocí, y quizá la única. Porque cuando se sienta el frío, escucharás mi canción. Cómo te la cantaba y cómo te pedía que volvieras a casa con todas las fuerzas de mi corazón.

Y ahora, sintiéndote lejana, bajo las sábanas de mi cama; cuando quizá nos hemos perdido en la interpretación de algo más grande que dos cuerpos, dos almas, dos corazones.

Ahora, sintiéndote tan cerca, me doy cuenta que el amor entre dos seres diferentes no debería de importar. Porque al amor no le importan las diferencias y el amor ve a todos por igual.

Amarte, Fallon, ha sido una de las mejores cosas que he hecho. Y no hablo de trazar tu cuerpo con mis manos, dejar la huella de mis besos, sino de conocer a la joven que hay más allá de eso.

La que me enseñó que incluso los ángeles le pueden temer a la muerte, y eso está bien, pues juntos podemos aprender a perdonar todos estos pecados, si es que amarnos de esta forma ha sido uno.

Te amaré hasta que la última estrella del firmamento muera, chica italiana.

Con el último aliento de mi alma.

Cariños y colmillos, tu Hans.

Deslicé la carta en el dormitorio donde ella y yo dormíamos. Era la primera vez que volvía a hablar italiano después de tanto tiempo, en una carta o en el mismo tiempo de la vida.

La otra noche le había expresado que la amaba de todas las maneras posibles, estando lista para ello y sin lágrimas en los ojos.

No me podía explicar aun cómo alguien podía ser tan estúpido como para privar a alguien de la intimidad de su propio cuerpo, aun sabiendo que esa persona te dice claramente que no quiere nada contigo.

Supongo que en mis tiempos también era así, pero por estar tan ensimismado en mí mismo no le prestaba atención a la situación.

No podía cambiar el cambiar el mundo, pero al menos podía hacer que el mío fuese un poco más brillante.

—¡Hola! —exclamé entonces bajando las escaleras.

Kristoff había llegado.

—¿Cómo está mi tornado favorito, eh?

Me estrujó contra su pecho y yo tan sólo pude sonreír. Me sentía dichoso, independientemente de lo que había pasado con Fallon, al fin podía decir que en mi vida había algo de felicidad. Mucha, de hecho.

—Mejor que nunca. —respondí, encogiéndome de hombros.

Escuché el rumor de los pies de Fallon uniéndosenos por las escaleras también.

Kristoff la recibió como un ¿suegro? Orgulloso y pasamos toda la tarde debatiendo en lo que deberíamos hacer a continuación.

Había garabateado versos al azar, en mis poemarios perdidos y en cuadernos viejos de filosofía que había olvidado. Era más creativo cuando estaba ansioso y la ansiedad, en efecto, había vuelto a aparecer.

Me había dicho "hola", sin ánimos de irse y dejarme en paz.

Sabía muy bien que ni siquiera algo tan fuerte como el amor de Fallon o el afecto de Kristoff me iban a curar. La ansiedad, según me había enseñado mi madre, no tenía cura, y lo había constatado cuando la arrancaron de mi lado y me las tuve que arreglar solo siendo un ser diferente en todos los sentidos.

Kristoff tenía muchos libros de salud mental en su biblioteca que yo me había encargado de fisgonear.

No era el único que sufría del diagnóstico. No estaba solo como creía.

Los humanos de esa época también lo padecían. También eran como yo, la diferencia era que ellos tomaban unas cosas mágicas. Unas píldoras, llamadas "ansiolíticos" que si bien no les salvaba del peligro inminente al que les exponía su mente, los mantenía estables.

Quizá yo también podría llegar a consumir esas cosas mágicas.

Quizá algún día, yo también dejaría de sentirme solo en esta batalla.

—¡Eh, ragazzo del cuore!

Estaba obsesionado con el hecho de que me había hecho amar una lengua que me había herido tanto. Mia madre, scusami per tanto dolore nelle anima.

Alcé la mirada. Habíamos terminado de cenar. Kristoff un tazón de su ARH positivo favorito (sí, ya se lo había confesado a Fallon después de haberse dado cuenta de que yo metí la pata por comunicativo). Su reacción fue neutral con una nota divertida de "no puedo creer que esto de verdad me esté pasando", yo una ensalada de frutas con los tallarines de arroz que esta vez no se quemaron porque Kristoff fue el chef y ella una tabla de quesos y un Smoothie de frutas dulces. Nada extravagante.

—Dimmi tutto, bella signorina.

Estábamos los dos solos. Mi amigo había subido al tejado a entonar una de sus canciones.

—Gracias por ayudarme a recordar lo que soy para ti.

Encerré su mirada con la mía, conectando íntimos sentimientos y hasta la última cosa que pudiese sentir por ella. Tracé su piel con mis dedos, me acerqué a su oído y susurré:

—Tú me ayudaste a soportarlo todo cuando no podía. Estamos a mano. Buenas noches, amor de mi vida.

Y así, me dirigí hasta mi sarcófago, o mejor dicho, el que le había robado a Kristoff...

Y otra sátira onírica comenzó.

Hans el temible.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora