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༺ I Bet She Started Crying So Olivia Would Hug Her Too ༻
ME PASÉ TODA la tarde escribiendo en el cuaderno. Escribiendo mis sospechas, mis pensamientos... No hacía eso desde la muerte de mis padres, y eso me preocupaba. Estaba dando todo de mí para encontrar a Hannah. Por alguna razón, empatizaba con los del grupo. Tal vez porque yo haría lo mismo que ellos si una de mis amigas desaparecieran, o tal vez simplemente porque merecía la pena ayudarlos. Solo esperaba que al final todo sirviera de algo.
Aparté esos pensamientos y salí camino a la universidad. Era un nuevo día, después de todo, y debía centrarme en estudiar. Al menos hasta las 15:30. Revisé mi horario y ví que tocaba Derecho a primera hora y Educación Física a última. Odiaba los lunes.
˖⋆ 𑁍˖࣪⊹
POR SUERTE, SOLO quedaba una hora y me podía ir a casa, y tocaba examen práctico, así que no era tanta tortura como una clase normal. Ví a todos mis compañeros pasar hasta que fué mi turno. Nunca se me había dado muy bien el baloncesto, pero si me concentraba lo suficiente podía aprobar. Tragué saliva. Todo iba a salir bien si estaba tranquila, pero por alguna razón no lo estaba.
En el segundo en el que la chica que iba antes de mí acabó la prueba, mis manos empezaron a temblar y a sudar. Recogí mi cabello en una coleta como pude y agarré la pelota que mi compañera me entregaba. Respiré profundamente, intentando pensar en cosas bonitas para calmarme. Boté la pelota mientras corría, pero a la de dos pasos se me escapó. Por suerte tenía otro intento. Regresé a mi puesto anterior y empecé de nuevo. Sentía las miradas de todos sobre mí. Si fallaba esto, iba a suspender. Iba a suspender la asignatura. No parecía mucho, así dicho, pero llevaba años sin suspender una asignatura. Años. Un paso detrás de otro, sin caerme. Controlando la pelota. No faltaba mucho para llegar a la canasta.
Estaba cada vez más cerca del objetivo. No iba a suspender. Todo iba a salir bien. Sólo dos pasos más... Pero entonces un sonido se hizo presente. Mis oídos habían empezado a pitar.
Y peor: comencé a ver doble. Intenté continuar con la prueba, pero esa sensación de mareo era difícil de ignorar. Agarré la pelota, lista para encestar, pero de repente pesaba mucho más que antes, resultando que resbalara y cayera al suelo. Miré al suelo y distinguí una bola naranja rebotando. Ya no tenía otra oportunidad. La había desaprovechado y ahora iba a suspender. Esos eran mis únicos pensamientos. Me tambaleé pero antes de poder caer al suelo me apoyé en la pared. Respiré hondo y avancé hacia el profesor, sin despegarme de la pared. La falta de sueño realmente me estaba pasando factura.
