Capítulo 2- Impacto familiar-

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Amanecí un lunes a las siete de la mañana con un llamado. Me desesperé, ¡me había quedado dormida!. Tenia tiempo de llegar al colegio hasta las siete treinta.

Atendí. Era mi abuela Ana y sonaba "desesperada", aunque su tono de voz fuese alarmante, nunca me imaginé lo que me podría llegar a decir.

- Alma, habla la abuela. ¿Cómo estás?- dijo en un tono casi a punto de quebrarse.

-Hola abuela ando bien, ¿Qué pasó?- intenté tranquilizarla.

-Internaron al abuelo esta mañana. Esta muy grave.- esta vez si estaba a punto de llorar pero no iba a ser la única. Yo también quería llorar, con ella. En ese instante me quede anonadada. No sabia que decir, ya no me importaba nada, quería irme con ella y ver a mi abuelo Juan.

-¡¿En serio?! ¿Qué paso? ¿Está muy grave? ¿En qué hospital están?- no podía estar más desesperada. Lo que menos quería era preocuparla mas. No quería asentir que se podía llegar a morir porque en mi familia o bueno, al menos yo, lo ultimo que pierdo es la esperanza.

-No se sabe bien que es lo que tiene. Llamamos a la ambulancia ayer porque a la noche empezó a sangrarle la nariz. Le hicieron estudios hasta recién y parece que tiene un problema en el estomago. Estamos en la clínica de Palermo - Ahora ella trataba de tranquilizarme a mi.

-Bueno tranquila abuela. Voy a hacer hasta lo imposible por ir en estos días a visitarlos.

-Te vamos a estar esperando- y ahí termino nuestra conversación. Esperanzada ella y esperanzada yo.

Claro que su ultima frase termino de matarme "te vamos a estar esperando". Y si, ¿Cómo no iba a ir? Yo soy su única nieta por parte de mi papá (su hijo mejor, el consentido já). Soy su nieta preferida, las demás están grandes, trabajan, estudian y no tienen tiempo para ir a visitarlos. En cambio yo, desde los tres meses de edad que me quedaba semanas con ellos. Lo que yo había modernizado a mi abuela no tenia nombre.

Me levanté de la cama tratando de tragar esta noticia. Fui corriendo a la habitación de mi mamá y le conté lo que paso. Media dormida me afirmo que hoy no íbamos a poder ir porque tenia reuniones de trabajo. Según ella, el fin de semana iríamos. 

Con toda esta situación me había olvidado de Celeste, Juan no era su abuelo pero ella lo apreciaba mucho. De pequeña la trataban como a una nieta más.

-Sky (así le decía desde que empecé a ir a clases particulares de inglés. El cielo siempre está Celeste, ella es el cielo o parte de el) ¿vas a ir a trabajar hoy?- pregunte desde el marco de su puerta, todo estaba oscuro.

-¿Qué hora es?- dijo con voz ronca y sin animo.

-Las siete y quince. Vas a llegar tarde- Mi comentario la desespero más de lo que yo esperaba. Ella no podía darse el lujo de faltar ya que estaba con el agua por el cuello, literal, en su trabajo.

-Cámbiate YA y nos vamos. - gritó levantándose.

Nunca  iba  "producida" pero siempre hacia un esfuerzo por estar lo mas presentable posible.

En el camino a la parada de colectivos le arrojé la noticia a Celeste. Quedó paralizada. Noté la tristeza en sus ojos pero quería demostrar ser fuerte delante mío por ende trató de superar la situación y lo único que me dijo fue "Era obvio que el abuelo Juan se iba a ir mucho antes que Ana."- Sin embargo, fue lo peor que podría haberme dicho, claro que yo también lo sabia, pero no estaba preparada para ver partir a mi abuelo. Hacia tiempo que no lo veía pero pasamos tanto juntos.

Cuando era más pequeña e iba a su casa, jugábamos a la pelea en su cama, yo le pegaba y el trataba de cubrirse. También Íbamos a un mercado de pájaros a comprarle comida a su ave "Coqui", una reina Mora o algo así. Muy linda, lleva un increíble color azul marino en su plumaje. Además le cocinaba lo que a el le gustaba y mi abuela no se lo hacia por su problema de corazón. (Lo habían operado dos veces si mal no recuerdo) Lo ultimo que le hice fue milanesas con papas fritas. El las amaba y más las que yo le hacia.

Esto de pensar en el fallecimiento de mi abuelo me dio una extraña sensación en el estomago. Empecé a sentir que si se "iba" antes de lo esperado yo habría fallado con mi misión. "Buscar a su hijo". Si, mi papá me había abandonado y a ellos también. No sé por que pero se había ido lejos y no daba señales de vida. Celeste estaba en la misma situación que yo. No veía seguido a sus abuelos paternos y su papá hizo lo mismo con ella, la abandonó.

Después de unos minutos logre decir, "Que linda sos Sky" y la caminata llegó a su fin.



Llegué al colegio y fui directo a mi salón. Ya estaban todos sentados, solo quedaba un espacio libre y era el mío. Atrás de todo, donde nadie pueda verme y así logre pasar desapercibida. Conmigo se sentaba mi mejor amiga Lindsay. La odiaba por tener ese nombre. Venia de Estados Unidos, Bah.... era muy Argentina para mi gusto, pero lo cierto es que nació allá y a los cinco meses volvió. Desde jardín que nos conocemos. Al pasar los años, nuestras mamás ya son mejores amigas. Es una de las mejores personas que existe para mí solo que yo quería llamarme Lindsay, por Lohan.

Lin me conocía tan bien, que apenas me senté junto a ella me pregunto qué me pasaba.

-Nada en serio, no me pasa nada, bah, no sé, espero que no sea nada. Internaron a mi abuelo.- Sus ojos se abrieron como platos. Era obvio que ella tampoco se lo esperaba.

-¿Internaron a Roberto?- Y ahí fue cuando pensé en mis otros dos abuelos. Los maternos. Susana y Roberto. Por un instante se me vino a la mente que a ellos también podría pasarles cualquier cosa y creo que puedo llegar a morirme. Somos muy unidos y no me imagino una vida sin ellos. Son unas personas increíbles. Siempre estuvieron al pie del cañón apenas mi mamá se separo y nos ayudaron muchísimo.

-No, a Juan. No se sabe concretamente que tiene.- Mis palabras fueron neutras, no demostré nada. Ni dolor, ni angustia, ni siquiera esperanza. No paré de pensar en mis abuelos, en todos.

Toda la mañana me quedé sentada en mi silla, no salí ni al recreo. Llegué a la tonta conclusión de que loca es la vida, o te quita de a poco, o te saca todo de un tirón. Como la cera. UN TIRÓN que te lastima, te duele y ya no hay vuelta atrás.

No me interesó ponerme al día con ningún chisme y mucho menos reírme de alguna estupidez de mis compañeros. No tenia tiempo para perder, para distraerme.

Las ganas de correr a visitar a mi abuelo Juan ocupaban todo mi cuerpo pero ese día no podría ser. Me tocaba esperar y le tocaba esperar a él también.

Sé que el estar en un hospital y a su edad, significa tener las horas o quizás, los días contados asique me la pasé rezando para que pudiese verlo el día que tendría que ser, el día en que mi mamá pueda llevarme.




Las noches de Alma.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora