Faltaban pocas horas para el comienzo del gran festín o para el comienzo de un nuevo baño de sangre. Cuando los juegos se tornan aburridos para los capitolinos, a los vigilantes no les queda más remedio que intentar juntar a los tributos, ya sea con algún muto o en ese caso prometiendo darles lo que más necesitan.
Ahora ambos mentores entendían la razón por la cual no habían podido enviarle la medicina a Peeta, los vigilantes sacaron todo aquello que los tributos necesitaran y así poder juntarlos para verlos luchar. Diversión pura para la gente del Capitolio.
Katniss estaba debatiendo entre ir por la medicina de Peeta o quedarse a hacer guardia y protegerlo, pero sin la medicina Peeta no sobreviviría mucho y terminaría muriendo a los pocos días.
—Tal vez sea bueno darle una pequeña ayuda —sugiere Alice.
Haymitch asiente y le termina mandando un pequeño frasco de somnifero para dormir a Peeta y que le diera tiempo suficiente para salir e ir ala cornucopia por la medicina. Katniss le prepara un puré con algunas bayas que había juntado cerca de la cueva y la mezcla con la sustancia. Termina su preparación y corre a dársela a Peeta, al principio parece no darse cuenta del sabor extraño que tenía el puré, hasta que lo descifra, aquella sustancia tenía el mismo sabor que un jarabe que solían darle a los enfermos para dormirlos. Katniss le deja un cuchillo a Peeta en caso de que necesite defenderse si ella no regresa, algo de comida y con corto beso se despide.
La tableta de Alice comienza a sonar indicando que le ha llegado un nuevo mensaje. El corazón se le detiene por un breve instante, era aún citatorio del mismísimo presidente Snow. Eso no era salgo bueno. Haymitch alguna vez le había contado que al presidente Snow no le importaba la vida de sus vencedores, que lo único que le interesaba realmente era que le fueran útiles y le generarán ganancias, y Alice hacía todo eso no se explicaba la razón de aquel citatorio.
Salió de la habitación, unos agentes de la paz ya la estaban esperando listos para escoltarla. La llevaron hasta un auto que fue rumbo a la mansión del presidente. Una vez dentro la escoltaron hasta un hermoso invernadero lleno de rosas blancas. Alice jamás había estado en aquel lugar. Alice saludo al presidente con la típica reverencia de etiqueta.
—Veo que recibió mi mensaje, señorita Moon. —dijo el presidente mientras cortaba una de las rosas.
Alice no dijo nada, se le hacía difícil estar frente al hombre que convirtió su vida en un infierno. Sin embargo sabía que tenía que decir algo, no quería mostrar debilidad ante aquel hombre. Intento ocultar el temor que le producía aquel hombre con ojos de serpiente, pues sabía que cualquier cosa que hiciera tendría su consecuencia, el ejemplo más claro que Alice tenía fue que cuando ganó sus juegos tuvo que pagar el precio por permanecer con vida.
—Vine en cuanto lo ví —respondió.
—Vayamos al grano, señorita Moon. He de admitir que usted siempre me cayó bien. Usted y el señor Oddair son de mis vencedores favoritos, jamás me han dado un solo problema, así que me extraña que teniendo ese historial tan limpio haya decidido romper las reglas e ir en contra del Capitolio.
—No entiendo a qué se refiere. —dijo con extrañeza.
—¿Acaso pensó que no sabría lo que pasó entre usted y el señor Crane?—rio entre dientes —. Ese repentino cambio en las reglas solo pudo hacerlo el vigilante en jefe y claro que conozco al señor Crane, el jamás haría algo sin nada a cambió.
—Eso fue algo que el decidió solo, señor.—se defendió Alice.
—¿Sabe por qué solo tenemos un vencedor?—Alice negó —. Digo podemos juntar a veinticuatro niños y asesinarlos de una. Pero no, un vendedor significa esperanza, les damos a los distritos una chispa de esperanza, claro que sí esa chispa crece puede convertirse en algo peligroso.
—Una rebelión... —murmuro Alice.
—Correcto, señorita Moon, una rebelión. Creo que sabe muy bien lo que ocasiona, la muerte de mi has personas inocentes. Yo no mato solo por matar y creo que le ha quedado en claro, fácilmente me podría deshacer de todos ustedes sin dejar rastro, pero no los distritos necesitan esa pequeña chispa. Los juegos solo necesita un vencedor que controle esa chispa.
—Acaso, ¿Me está pidiendo que los deje morir?
—Le estoy pidiendo que haga lo que crea correcto —corrige, entregándole una rosa blanca—. Espero tome la decisión correcta, señorita Moon.
—Entiendo.
Las palabras de Snow resonaron en la cabeza de Alice durante todo el trayecto de regreso al centro de mentores. Se quedó un rato en el salón principal observando los juegos, regreso a su piso pasados unos minutos, luego de ver qué Katniss consiguió la medicina de Peeta. Haymitch seguía frente a las pantallas con una copa de whisky.
—Clove murió —informo Haymitch —. solo quedan Cato, la chica del cinco, el del once y nuestros trágicos amantes.
—Prepárate Haymitch, los vigilantes dejan lo mejor para lo último.
Alice miro la rosa que aún conservaba en la mano, sabía que no podía hacer nada para parar lo que ya se ha kan empezado, Katniss y Peeta tendrían que salir de la arena o ambos tendrían que morir. La sola idea de que todos sus esfuerzos fueran en vano la enfureció. Tiro la rosa y tomo su lugar de nuevo, más decidida que nunca a sacar a uno de sus dos tributos. No intentaría sacar a los dos aunque ese fuera el plan original de Haymitch, el presidente Snow no estaba contento con esas acciones y lo estaba viendo como un acto de rebeldía y la rebeldía era severamente castigado en Panem.
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My hungers games
FanficLos 71° juegos del hambre están por comenzar, los tributos están listos para luchar. Alice Moon en una de ellos, una niña de tan sólo 12 años de edad con ninguna habilidad aparente y mucho mas débil que los demas tributos. Pero de lo que está segura...