Los 71° juegos del hambre están por comenzar, los tributos están listos para luchar. Alice Moon en una de ellos, una niña de tan sólo 12 años de edad con ninguna habilidad aparente y mucho mas débil que los demas tributos. Pero de lo que está segura...
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La llegada al distrito once es complemente diferente a como se imaginaban. En el andén no hay comité de bienvenida, sino una patrulla de ocho agentes de la paz que los dirigen a la parte de atrás de un camión armado. Effie bufa un poco al cerrarse las puertas
—Ni que fuésemos todos delincuentes —dice.
—Tal vez solo es por más seguridad —dijo Haymitch intentando tranquilizarla.
El camión los deja en la parte de atrás del Edificio de Justicia y los meten dentro a toda prisa.
—Suerte —les dice Alice volviendo a ponerse sus lentes.
Se oyen grandes aplausos, pero no las respuestas que obtuvieron en el Capitolio, nada de vítores, aullidos y silbidos. Haymitch y Alice se quedaron dentro mirando a través de un gran televisor. Fue una suerte para Alice, en el estado en el que se encontraba no podía aparecer públicamente.
—Alice, recuerda el trato que hicimos con ese par...
—Lo recuerdo muy bien Haymitch, mantenernos lo suficientemente sobrios para ayudarlos. Lo de anoche no volverá a pasar, es solo que tenía muchas cosas en la cabeza. —respondio Alice de mal humor.
Volvieron su atención a Katniss y Peeta.Peeta tenía sus comentarios personales escritos en una tarjeta, pero no la saca, sino que habla con su estilo sencillo y adorable sobre cómo Thresh y Rue quedaron entre los ocho finalistas, sobre cómo los dos ayudaron a mantener a Katniss con vida y sobre cómo se trata de una deuda que nunca podrán pagarles.
—Lo estan haciendo bien —dice Haymitch.
Entonces vacila y añade algo.
—Aunque no servirá para compensar vuestras perdidas, como muestra de agradecimiento, me gustaría darle a cada una de las familias de los tributos del Distrito 11 un mes de nuestras ganancias cada año durante el resto de nuestras vidas.
Alice chasquea la lengua y Haymitch pone los ojos en blanco, ninguno de los dos se esperaba eso.
—¿Eso está permitido?—pregunta Effie.
Ambos mentores se encogen de hombros.
—Supongamos que no, pero ellos ya lo hicieron —responde Haymitch.
—Iban tan bien. Que lastima.
Los tres apartaron su vista de la pantalla, hasta que volvieron a escuchar la voz de Katniss.
—Se supone ya tendrían que haber terminado —murmuro Effie, quien había escrito y revisado las fichas que ambos leería.
—Esperen, por favor. Quiero dar las gracias a los tributos del Distrito 11. Sólo hablé con Thresh una vez, lo suficiente para que me perdonara la vida. Aunque no lo conocía, siempre lo respeté. Por su fuerza, por negarse a jugar en unos términos que no fuesen los suyos. Los profesionales querían que se uniese a ellos desde el principio, pero él no quiso. Lo respetaba por eso.
