El frío golpeó el cuerpo de Alice apenas abrió la puerta de la casa de Haymitch. Salió por completo y metió sus manos en los bolsillos de su chaqueta. Anduvo un rato vagando por la aldea de los vencedores hasta que se detuvo en la fuente, casi enfrente de su antigua casa.
Una semana había pasado desde su llegada al distrito doce y todo, al menos para Alice había vuelvo a la normalidad. Volvió a su habitual rutina que consistía en levantarse temprano y prepara el desayuno para ella y Haymitch, a veces salir de la casa para tomar algo de aire y regresar en la tarde antes del atardecer para hablar con Finnick y ya en la noche sumergirse en el alcohol.
Haymitch empezó a odiar aún más las llamadas de Finnick, ahora que Alice y Finnick estaban en una especie de relación pasaban la mayor parte de la tarde conversando, eso sumado a que podía escuchar todas las frases cursis que Finnick le decía, Haymitch se sentía como un padre celoso, como si le estuvieran quitando toda la atención de su hija. Y eso definitivamente no le gustaba.
Alice observó su antigua casa con nostalgia. La culpa la seguía cada día y sus pesadillas se encargaban de recordarle lo que había pasado. Estaba cansada, cansada de sentir esa maldita culpa que no la dejaba estar en paz, cansada de llorar todas las noches hasta quedarse dormida en brazos de Haymitch. Se sentía incluso, como una carga para Haymitch, quien apenas podía con sus propios problemas y ahora tenía que lidiar también con los de Alice.
Sus ojos se cristalizan de inmediato y una lágrima desciende por su mejilla, misma que se encarga de quitar cuando escucha pasos detrás de ella. Peeta se paró junto a ella, Alice lo miro, se veia cansado y Alice sabía que era por las pesadillas.
—Te vez cansado. —dijo Alice con la voz apagada.
—Al igual que tú —dijo Peeta con media sonrisa. Peeta tenía razón, Alice se veia más cansada que de costumbre, las ojeras alrededor de sus ojos eran evidencia de las noches en vela —. Esa era tu casa ¿Cierto?
Alice respondió con un leve movimiento de cabeza. Todas las casas en la aldea de los vencedores eran prácticamente iguales, cuando Alice recién se mudo le costaba trabajo encontrar la casa de Haymitch. Su casa no había cambiado en absoluto, salvó por las ventanas que ahora se encontraban cubiertas de polvo y Alice suponía que por dentro estaría igual. No pisaba su casa desde el termino de los juegos, la última vez que estuvo ahí se encargó de sacar todas sus cosas asegurándose de que jamás tuviera que volver.
Ninguno de los dos dijo algo más. Peeta apretó cariñosamente el hombro de Alice. Pasaron un rato más en silencio hasta que Peeta se percató de la presencia de Katniss.
—¿Has estado de caza? —le
pregunta, soltando el hombro de Alice.—La verdad es que no. ¿Vas al
pueblo?—Sí, se supone que tengo que
cenar con mi familia.—Bueno, puedo acompañarte —antes de avanzar se voltea hacia Alice —.¿Vienes? Te vendría bien salí un poco. Haymitch me dijo que no has ido al pueblo en mucho tiempo.
ESTÁS LEYENDO
My hungers games
Fiksi PenggemarLos 71° juegos del hambre están por comenzar, los tributos están listos para luchar. Alice Moon en una de ellos, una niña de tan sólo 12 años de edad con ninguna habilidad aparente y mucho mas débil que los demas tributos. Pero de lo que está segura...