Konrad Hoffman.
11 de abril.
Intento desatar la corbata que llevó puesta mientras leo la cita del juez para ver lo de la custodia de mis hijos.
No quiero hacer que mis hijos vayan y cuenten todo lo que su madre les ha hecho, pero es necesario si ellos no quieren volver a verla y que ella no vuelva hacerles daño en ningún momento.
-Maldición.
En vez de desatar la corbata, más la estoy apretando.
-El no se va a molestar querida.
Ahora a quien invito a mi madre a mi casa, camino hacia la sala en lo que intento deshacerme del nudo de mi corbata, me detengo en seco cuando miro a la doctora de mis hijos en medio de la sala, tiro muy fuerte de la corbata haciendo que tosca un poco, ella está hablando con mi madre.
-¿Qué hace ella aquí?
Justo ayer estaba aceptando que ella me gusta y que no la quiero cerca solo por eso, y ahora está aquí en mi casa, hablando con mi madre como si fueran viejas amigas.
-No seas mal educado, así no te crié.
-No se preocupe señora Amelia, ya estoy acostumbrada a las personas que no saben comportarse.
Ella ni siquiera voltea a verme, quisiera lanzarle a la cabeza el jarrón que tengo al lado, pero mis hijos aún están pequeños para que su padre se vaya a la cárcel.
Lleva un pantalón de vestir negro y una camisa negra de tirantes, puedo ver bien la curvatura de sus pechos, su cabello rubio cae por toda su espalda, dos mechones rubios caen enfrente de de su cara dándole un toque más bonito, está hermosa, más hermosa que ayer.
Mientras la observaba, mi corazón comenzó a latir más rápido. Había algo en la forma en que ella hablaba, en su sonrisa genuina, que me atraía profundamente. Me di cuenta de que, sin darme cuenta, había empezado a desarrollar sentimientos por ella, ya no es solo atracción.
Cada vez que la veía, encontraba algo nuevo que admirar. Desde su profesionalismo hasta su amabilidad con mis hijos, cada pequeño gesto parecía resaltar su increíble personalidad. Me gustaba su inteligencia, su pasión por su trabajo y la manera en que se preocupaba por la salud y el bienestar de mis hijos.
Necesito llevarme a alguna tipa a la cama, tal vez eso me haga olvidarme de ella.
Aunque no lo diga se que mi madre se encariñó de ella, mi madre le pide ser la pediatra de los nietos de unos sus amigos, la doctora acepta encantada, se ve que adora a los niños, no por nada estudio esta carrera, se que aunque mis hijos no lo demuestren igual le tomaron cariño, más Ethan, solo basta ver sus ojitos en cómo se iluminan cada que ella les da atención y muestras de cariño, lo cual no me gusta.
Mamá termina de hablar con ella y la invita a quedarse almorzar, veo que se pierden en la cocina, toda la reunión me quede callado, ella ni siquiera me dirigió una mirada, me voy hacia mi despacho para esperar cuando esté el almuerzo.
-Maldita corbata, sé que hoy eres la causante de mis problemas.
Me desespero con el nudo de la corbata, cuando veo unas tijeras no dudo en tomarlas y cortar la corbata.
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Quédate Con Nosotros
RomanceKorand Hoffman Serio, frío y desconfiado con las personas que no son su familia, padre soltero de 8 niños, niños que ahuyenta a toda mujer que quiera estar con su padre y entrar en sus vidas, ya que la mujer que se decía que tenía que amarlos los...