Damas.

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⚠️Esta historia se desarrolla en un mundo fantástico ambientado en la época feudal de Japón inspirado en el manga "Naruto" del mangaka Masashi Kishimoto. Los personajes son propiedad de su autor y pueden presentar cambios de personalidad a conveniencia de la trama ⚠️.

Hinata reposaba en su tina de burbujas oliendo las esencias de las velas que sus sirvientas dejaron para ella, hoy por fin era el día de la entrega de los brazaletes y quería estar lo mejor presentable posible. El día anterior lo concluyó estudiando con Eshima y su media hermana Junko, la etiqueta y algunos trucos para socializar con la nobleza, por alguna razón querían que estuviera bien preparada para los próximos eventos sociales.

Sasuke esperaba a Hinata acostado en la cama de esta, sus brazos reposaban en su nuca y tenía los ojos cerrados, la entrega de los brazaletes sería en unas cuantas horas y la princesa llevaba horas preparándose en el baño. Usaba su casco, ya que las sirvientas estaban en la misma habitación que él, discutían los colores que debería usar.

—La princesa imperial debería usar el color lavanda, es el que todas las princesas usan esta temporada. Lo traen de reinos de occidente y este mes los exportadores trajeron kimonos de seda lavanda de las montañas— escuchó argumentar a una, no sabía si era por aburrimiento, pero ahora le comenzaba a interesar la conversación. Imaginarse a Hinata vestida de color lavanda le gustaba, pero se vería bastante lúgubre.
—Es el color de moda, pero estoy segura de que todas las demás nobles lo utilizarán por esa razón. Yo opino que debería vestir de rojo y dorado, es un color que demuestra poder y pasión, la hará verse poderosa— replicó la otra sirvienta, ahora la parca imaginaba a Hinata vestida de color rojo. No le desagrada, pero tampoco le convencía.

Se levantó mirando todas las telas que estaban sobre la mesa de centro en la sala de la habitación, los miro todos detenidamente imaginando a la princesa con cada uno. Hasta que una tela blanca con patrones se asomó por debajo de todas las demás. Con cuidado de no llamar la atención aprovechó que las sirvientas se voltearon buscando más telas en el armario y entonces lo jaló para verlo mejor. No era un kimono, era una yukata blanca con flores moradas y lilas, no era un experto en moda actual femenina, pero se debía ser ciego para no ver que la princesa luciría bien usándolo. La jaló haciendo que cayera a los pies de las sirvientas quienes la recogieron.

—Hace mucho no veía esta yukata, me parece que fue un regalo de la consorte Eshima para el cumpleaños quince de la princesa heredera— ambas sirvientas la observaron y se sonrieron cómplices.
 —La princesa siempre está cubierta por esos enormes kimonos que el emperador compra para ella, el blanco enmarcará sus ojos y los hombros caídos de la yukata la harán ver seductora y madura. Definitivamente, debemos ponerle este y recoger su cabello. Estoy segura de que todas la adoraran— y así se pusieron manos a la obra para elegir joyería a juego y guardar el resto de las telas. Sasuke por su parte bostezo, esperaba que no demoraran mucho en prepararla.

Hinata enjuagó su largo cabello negro, tomó con sus manos los medios y puntas para apretarlas y escurrir el agua que sobraba, este día se esforzaría para actuar naturalmente, aunque estuviera fingiendo. Nombraría a su ahora buena amiga Tenten como una de sus damas, así como a su "cuñada" Karin Uzumaki. Admiró el agua en el suelo, visualizando en ella los charcos de lágrimas que derramó por alguien que siempre estuvo detrás de otra mujer, incluso aunque ella dijera que lo aceptaba, siempre le dolería. Una vez tuviera a sus damas a su lado, pediría que le dieran a Hanabi clases de deberes imperiales.

—Princesa, está todo listo para que se aliste— la llamó una de sus sirvientas.
 —Claro, estoy lista— tomó la toalla enredando su cuerpo, al salir del baño observo la ropa que estaba en su cama, esa yukata estaba oculta en lo más recóndito de su armario porque le avergonzaba la idea de usarla. Su cuerpo le daba vergüenza, aun así no opuso resistencia mientras secaban su cuerpo y ponían cada una de las capas de la yukata.

La dama i la mort || SasuHinaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora