Gustabo mira desde la ventana de su cuarto hacia abajo, donde un dominante hombre abogado y chófer robaba su atención por completo.
Ahí estaba el señor Conway, recostado en el auto negro que utilizaba para trasladar a la familia y fumando con gran tranquilidad.
Se siente bochornoso cuando recuerda la escenita infantil la de anoche, llorando frente aquel hombre.
Cuando Conway alza la cabeza para soltar el humo como un acto de alivio, mira como conectaron miradas por un milisegundo. Gustabo se esconde enseguida y corre al baño de su habitación.
— Que no me haya visto, que no me haya visto — Repite. Capaz no lo había visto, tenía puestas las gafas y podría haber cerrado los ojos al disfrutar soltar el humo, o tal vez tenía los ojos abiertos y lo había visto mirándolo como un adolescente enamorado vigilando a la persona que le gustaba.
Eran las siete de la mañana, suponía que sus padres no tardaban en irse y que el atractivo trajeado los vaya a dejar al trabajo.
Se da un baño con agua fría, la mañana estaba jodidamente fría también - había arriesgado su salud, pero no era la primera vez que lo hacía- , pero le encantaba el frío, le encantaba temblar del frío y luego sentirse calentito con un suéter o algo. Claro, tampoco le gustaba temblar en demasía cuando le daba neumonía.
La última vez que le comentó aquello a Horacio, este le había dicho que era un masoquista. Y no, claro que no lo era.
Cuando pasa el jabón por su cintura de pronto un flashback bastante interesante se cruza por su mente cuando hace un año visitó a un bar y se acostó con un enmascarado.
Recuerda esas manos ásperas, fuertes y grandes, apretar sus caderas y luego su cintura, aferrándose a ella y Gustabo sintiendo su respiración agitada.
— Daddy dame más, pégame más duro — Gime Gustabo con notable necesidad mientras arqueaba su espalda, alzaba su culo a la vez que sentía como el grande miembro entraba y salía de él con dureza y unos golpes con cinturón - que antes le había quitado de sus muñecas para darle otro uso - impactaban contra su trasero — ¡Más Daddy, más fuerte!
El hombre aumenta sus embestidas y golpeaba las nalgas del pequeño, sintiendolo temblar y sintiendo como sus paredes se estrechaban a su miembro.
El mayor, con una mano agarra una porción de piel de una nalga y clava sus uñas, dejando marcas ahí y un fuerte gemido se escapa de los labios del rubio.
Su cuerpo es tirado y sus piernas envueltas en las caderas del hombre misterioso que lo llevaba al cielo.
El mayor lo vuelve a meterse en el rubio con más ímpetu y Gustabo chilla.
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¡Oh Daddy! (INTENABO) 'BDSM'
AcakGustabo va a celebrar sus dieciocho años en un club donde asisten personas que practican BDSM, algo muy nuevo para él. En dicho lugar conoce a un dominante con el cual se entregó y no se arrepentía de ello. Después de un año conoce a un abogado que...