Gustabo va a celebrar sus dieciocho años en un club donde asisten personas que practican BDSM, algo muy nuevo para él. En dicho lugar conoce a un dominante con el cual se entregó y no se arrepentía de ello. Después de un año conoce a un abogado que...
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El día estaba demasiado frío y nublado, combinando perfectamente con la tristeza que persiste en su ser.
No pudo lograr dormir en la noche, la escena de Conway de rodillas, pidiéndole perdón y rogando para que no se casara.
Ya iban a ser las siete de la noche y todavía no se ha arreglado, tiene que estar en la iglesia a las ocho.
Con un suspiro decide vestir el traje que sus padres le habían obsequiado.
Cada movimiento al meterse en la prenda fue tan lento, sin fuerzas. Cada lagrima que derramaba la limpiaba rápidamente con su mano. Al terminar de vestirse, comienza a peinarse, ni se esmera por hacerlo bien.
Cuando se estaba mirando en el espejo, entra su madre súper alegre con su cabello recogido elegantemente y su rostro maquillado. Traía puesto uno de sus vestidos costosos de color celeste que hacía ver la espalda totalmente descubierta.
— Hijo, ¿todo listo? Te ves demasiado guapo — Comienza a arreglarle el cabello ella misma, peinándolo más.
—Sí, mamá. Estoy listo.
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Entonces ahí estaba, de pie en el altar esperando a su futura esposa, siendo observados por toda la familia de Sol y la suya. Mucha gente, pero cercanas y de fiar.
Sus ojos viajaron hasta sus padres, Jay estaba sonriente y nerviosa, y su padre simplemente le dedicó una sonrisa confiable.
Observa toda la decoración que la iglesia tenía acorde al matrimonio. Y entonces la música que suelen poner en todas las bodas comienza a sonar. Su piel se eriza cuando mira a Sol entrar con un velo gigante acompañada de su padre mientras todos estaban de pie, mirándola.
Cuando llega a su lado, Sol le sonríe sin ganas y Gustabo solamente le dedica una mirada de ayuda.
Cuando comenzó el cura a hablar, Gustabo estuvo pensando siempre en su tonto abogado.
Recordar como lo trató le hace pensar que no va a tener su perdón, decirle después de todo que ya no lo amaba fue la cosa más cruel que pudo haberle hecho aparte de haber aceptado casarse con Sol.
