CAPÍTULO XV: HAUNTED

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Definitivamente ese beso había sido mucho más que algo físico, Lisa se sintió como la joven que había besado a su mejor amiga por primera vez, aquella Lisa que besó a Roseanne sin su permiso más veces de las que podía contar, y por supuesto, se se...

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Definitivamente ese beso había sido mucho más que algo físico, Lisa se sintió como la joven que había besado a su mejor amiga por primera vez, aquella Lisa que besó a Roseanne sin su permiso más veces de las que podía contar, y por supuesto, se sentía como esa Lisa que vivió plenamente feliz en los brazos de la chica rubia por un corto, pero maravilloso tiempo.

Pero. ¿Cómo se sentía Roseanne con esto?

Bueno, todo en su cabeza eran cientos de nudos de sentimientos sin resolver, o tal vez, su cabeza los comenzaba a resolver, pero su corazón se cerraba a la verdad.

Así que fue la primera en alejarse. Con delicadeza se alejó de Lisa, y la imagen que tuvo frente a ella fue simplemente inexplicable; la chica tailandesa realmente era preciosa, los años solo le habían caído mejor, su flequillo despeinado y esas mejillas sonrojadas fueron por mucho tiempo su perdición. Y ahora... no sabe que es lo que siente.

—Espero... que no haya sido demasiado. —En cuanto notó las palabras llenas de preocupación de Lisa, respiró profundo.

—Lisa... eso no debió pasar. No creo que... todo se resuelva tan fácil. —Tragó en seco. Principalmente porque esas palabras fueron difícil de pronunciar, y en segunda, porque la expresión triste y decepcionada de Lisa hacía que su corazón se oprimiera.

—Pero... fue un beso, Rosie... un beso que solo reafirma lo que siento por ti... —En medio de una desesperación inexplicable, Lisa sujetó el rostro de la rubia entre sus manos. —Por favor... sé que lo jodí contigo, que no debí irme... pero no me castigues eternamente por un error.

Literalmente estaba suplicando. Roseanne podía ver el destello de realidad en los ojos de Lisa. Sabía que Lisa estaba tocando fondo, pero no era capaz de aceptarlo, tal vez, no quería hacerlo.

Porque tal vez aferrarse a Roseanne era todo lo que le quedaba.

—Solo... Di algo. Hablame... —Lisa susurró casi sobre sus labios, las lágrimas comenzaban a descender por sus mejillas, sus labios temblorosos querían seguir suplicando hasta conseguir que la rubia la entendiera. —¡No te quedes callada!

—¡No puedo, Lisa! —Ella se alejó de la tailandesa, a este punto el mínimo de su toque la estaba quemando. —No puedes pretender que todo sea como antes... que mi vida desaparezca y se convierta en lo que tú eres, o en lo que éramos hace años... ¡No sé cómo hacerlo! —Sollozó.

—Déjame hacerlo a mi, lo resolveré... nos arreglaré, no necesitas hacer nada... solo estar aquí, conmigo. —Lisa fue a alcanzarla hasta el otro lado de la sala de estar, tomando su mano y llevándola hasta su propio pecho, lo único que deseaba con esa acción es que Roseanne sintiera de cerca el latido desenfrenado de su corazón.

Que sintiera todo lo que provocaba en ella. Que ese pequeño latido la hiciera quedarse para siempre.

—Deja de hacernos daño, Lisa... ya no quiero estar así. —Se señaló a sí misma, y después a Lisa.

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