Cuando un Voldemort de unos treinta años se encuentra con un Harry Potter de diecisiete años que viaja en el tiempo, hace una suposición peligrosa e hilarante. Él asume que Harry es su hijo. Y su hijo, por supuesto, se merece lo mejor.
Un confundido...
No, esa no, aunque probablemente lo necesiten más. Me refiero a la otra. La del tiempo, el destino y la moralidad... y hasta qué punto Voldemort está dispuesto a engañar por el jugoso trasero de Harry.
Ni siquiera el multiverso podría contener las distancias que Voldemort recorrería para tocar ese trasero. Por suerte, está justo enfrente de él. Justo ahí, Voldie. ¡Aprietalo!」
❰Voldemort: soy un señor oscuro rudo y nadie se atreve a enfrentarse a mí
Harry: yo... en realidad tengo una vida fuera de ti
Voldemort:
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Riddle Manor era cavernoso y con corrientes de aire, las formas de sus vacíos parecían reliquias talladas por manos muertas hacía mucho tiempo. Sus pasillos resonaban como los túneles de una catacumba abandonada. Aquí era donde se habían reunido las derrotas del pasado de Voldemort, sus fantasmas esperando detrás de cada puerta, sobre cada viga. Ahora, incluso con Harry para ocuparla, la casa tenía la misma calidad de desolación, un páramo de madera vieja y rincones oscuros. Había asumido la angustia de su amo.
Porque Voldemort sabía que estaba perdiendo a Harry. La sola idea de que Harry no estuviera aquí, de que no preparara té en la cocina, de que no se acurrucara en el sofá, de que no molestara a Voldemort para que se preocupara por los elfos domésticos, era insoportable. ¿Cómo había vivido Voldemort aquí antes?
No lo había hecho, se dio cuenta Voldemort. No había vivido aquí, ni en ninguna parte. Bien podría haber estado muerto. Sólo ahora la vida fluía de nuevo hacia él, como la sangre fluye hacia los miembros congelados, y ¡oh, cómo dolía ese fuego glorioso que consumía su carne una vez congelada! Cada célula le dolía con nueva vida, tan frágil como los primeros brotes de primavera que brotan de la tierra invernal y muerta, y solo con esta fuerza vital que lo atravesaba podía Voldemort comprender en qué ataúd había vivido. Ataúd en el que permaneció convencido de que era un escudo. Incluso mientras moría lentamente dentro de él, estaba tan convencido—
Pero no. Él no volvería a eso. No podía volver a eso, a arañar las paredes de su propio ataúd hecho a sí mismo mientras se precipitaba a la locura, solo. Ese ya no era su camino. Porque Harry había cambiado su camino.
¿Por qué no podía cambiar el de Harry? No era difícil intuir por qué Voldemort estaba perdiendo a Harry, por quién estaba perdiendo a Harry. Fue a la línea de tiempo original de Harry, a ese otro Voldemort.
Pero Voldemort no lo permitiría. Voldemort destruiría todo lo demás que reclamara a Harry. Si fuera necesario, destruiría el tiempo mismo.
Voldemort tomó el abrigo de Harry cuando cruzaron el umbral de la casa, y el perchero lo arrebató junto con la capa de Voldemort con un brazo ansioso y delgado.
