Capítulo 16

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El regreso a clases no era algo que me moleste. Era solo el hecho que tengo menos oportunidades de preguntarle a Steve sobre los acontecimientos de ayer. Sobretodo que para cuando llegué se había quedado dormido en el sofá con Nancy.

Cuando los tres llegamos a la escuela pude escuchar un rechinando de llantas familiar.

Al voltear ese conductor imprudente ya había estacionado.

-¡Siete! -me saludó con la mano bajo las miradas de todos.

-¿Conoces a este sujeto? -cuestionó Steve.

-¿Qué tal te fue en la operación? -preguntó rodeando mi cuello con su brazo -¿Mejor sin el apéndice?

Solo asentí, no es que me dejara espacio para escribir de todas formas.

-Oye -me llamó como si no estuviera justo a su lado -¿Podríamos hacer ejercicio como a las 7:30pm? Mis padres me pidieron cuidar de mi hermana hasta que llegaran del trabajo, como si no pudiera cuidarse sola.

Eso es increíblemente conveniente para mí, no debo dar explicaciones, por lo que volví a mover mi cabeza de forma afirmativa.

-¿Y tú eres? -interrumpió mi amigo.

-No te importa -respondió el que me sujetaba, por lo que le dí un ligero codazo -Billy -fue lo único que respondió de mala gana.

Antes que cualquiera pudiera decir algo ma arrastró adentro del edificio para que le mostrara la escuela.

No entiendo sus intenciones, claramente no le puedo ir explicando todo y lo que puedo escribir rápido ya está en los carteles frente a las puertas.

En el camino por los pasillos me empujó a modo de juego como solía hacer al trotar, pero en un sitio con poco espacio choqué con alguien.

-¿Siete? -preguntó Eddie mientras se sobaba la cabeza.

Me apuré en sacar el cuaderno de mi mochila para poder escribir.

-Perdón, ¿Te duele mucho? -pregunté.

-No te preocupes, ¿Te sientes mejor? Ayer no te veías muy bien -cuestionó amable.

No pude evitar sonreír, lo cual me hizo sentir culpable y mal. Se supone que debo ocultar toda emoción, ser solo un soldado...

¡Para! Ese no eres tú, eres una persona, no un experimento.

Realmente le tengo que preguntar a Steve por esto.

-¿Y este quién ese? -cuestionó Billy mientras volvía a rodear mi cuello.

-A tí qué te importa idiota -cambió radicalmente de actitud.

-No sabía que un Friki podían a hablar con algo más que una almohada -le pegué un codazo más fuerte que el de antes a lo que me miró sorprendido.

-Disculpa, es un idiota cuando no conoce a alguien -escribí apenado -lo llevaré a su salón y después podemos juntarnos ¿Te parece?

Eddie cambió su semblante y aceptó con la cabeza con una sonrisa, algo que me hizo sentir muy cálido el pecho.

Me llevé a Billy a rastras por la escuela hasta llegar a su salón, le señalé para que se sentara, a lo que obedeció.

No había notado la diferencia de nuestras alturas hasta que ahí, con él sentado, medíamos lo mismo.

Bueno, eso no es importante ahora. Le agarré las hombros para que se quedara ahí mientras él me miraba expectante.

Luego de dos segundos su cuerpo se relajó, por lo que se quedaría. Lo solté y salí en busca de Eddie, pero antes de encontrarlo el timbre sonó y la masa de gente terminó arrastrándome a mi salón.

En clases me picaba la cabeza, por lo que me rasqué el interior de los bolsillos disimuladamente, pero eso solo hizo que me picara más.

Nancy me miró preocupada, a lo que yo negué restándole importancia, aunque en ese momento noté que mi mano tenía sangre.

Rayos, las garras.

No podía meterme un papel para detener el sangrado a la cabeza, eso sería raro...

-¿Profesor? -levantó la mano mi amiga.

-¿Sí señorita Nancy? -preguntó este dejando de escribir -¿Alguna duda del tema?

-No es eso -explicó -Siete se siente mal, ¿Puedo llevarlo a la enfermería?

Me quedó mirando con una cara de "¿Por qué no lo preguntas tú? Hasta que se dió cuenta del cuaderno para "hablar" que tenía.

-Está bien, pueden ir -aceptó y volvió a escribir.

Mi amiga me tomó del brazo, me guío hasta una sala con muchas camas, un hervidor, muchas bolsas de té y unas pocas vendas. Pero no había nadie.

-Parece que la enfermera está almorzando -suspiró mientras me llevaba frente a una silla.

-Siéntate, que si no, no te puedo ver la cabeza -le hice caso de inmediato, me estaba ardiendo -te hiciste heridas -declaró.

Fue a buscar una botella cuyo nombre conocía bien "Alcohol etílico". En tanto el líquido tocó mi cabeza saqué las orejas del puro ardor.

-Ahí están -mencionó volviendo a ponerme desinfectante en la zona -es impresionante cómo el cabello oculta estos bolsillos -metió un dedo adentro de mi cabeza, a lo que me moví instintivamente -perdón.

Cuando se hizo la costra volví a ocultar las orejas, pero me seguía picando.

Derrotado me lavé las manos en un pequeño lavado que había para sacar la sangre de mis dedos.

La puerta fue bruscamente abierta por el amante del juego de dragones.

-¿Siete? -preguntó -¿Te pasó algo? ¿Te sientes mal? -parecía preocupado.

-Los dejo -declaró la chica saliendo del cuarto.

Yo busqué un papel y lápiz para poder explicarle, pero el me tomó de los hombros para después separarse un poco.

-Poder yo intentar entender tú -expresó despacio sorprendiéndome -yo aprender para hablar tú yo.

De un impulso lo abracé girando con él y llorando de la felicidad. Nadie había aprendido lenguaje de señas para hablar conmigo. Los del ejército fueron obligados por el general para que yo pudiera llevarle información, pero este chico no, quiere hablar conmigo.

Cuando ya había sacado bastante de mi emoción lo bajé y besé su mejilla cómo había visto a Steve con Nancy y a la señora Bayers con sus hijos hacer.

Todo su cuerpo se tensó y estaba todo rojo. Rayos, había ido a la enfermería porque se sentía mal y yo molestándolo.

Pero ahora que lo pienso... ¿Por qué me dejó ayer tratar de escribir con hojas si me podía entender?

Una señora con uniforme de enfermería llegó, por lo que dejé a Eddie con ella para que lo curara.

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