𝟐𝟔. 𝐔𝐧𝐚 𝐝𝐨𝐥𝐨𝐫𝐨𝐬𝐚 𝐜𝐨𝐧𝐟𝐞𝐬𝐢ó𝐧.

1.2K 155 109
                                    

JungKook

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

JungKook.

Voy a quedarme sin uña si sigo mordiéndome el pulgar del nerviosismo ante la molesta espera en esta sala apartada. El señor Kim se encuentra conmigo acompañándome ya que me representará en lo legal, estoy fingiendo que no me doy cuenta de su penetrante mirada hacia mi persona. Sé que no le caigo muy bien por lo que pasó con su hija, pero ahora tengo otros dilemas más importantes como para excusarme con él.

—Detente muchacho, le harás un agujero al piso si sigues así —suspiro, peinando mi cabello hacia atrás, me detengo en mi caminata de un lado a otro tomando asiento frente a él.

—¿Podría dejar de mirarme así?

—¿Así cómo, muchacho?

—Juzgándome.

Nos sostenemos la mirada. Desde que llegamos comenzamos a hablar en coreano como una forma de clave en dónde solo los dos entendemos.

—No te estoy juzgando, JungKook.

—¿Entonces por qué lo hace como si fuera una maldición en la vida de su hija? —pregunto en un murmuro inclinándome hacia adelante. Suspira, apartando la mirada, entrelaza sus manos.

—No te voy a negar, no estoy de acuerdo con todo esto —confiesa— pero Lala te ama, eras su compañero, a quien escogió y pese a quien le pese no tuviste culpa de lo que ha pasado.

—Créame que estoy igual de indignado que usted —es poco sentir eso— me alejaron de mi familia, me separaron de mi novia con la cual iba a comprometerme y me hicieron creer ser alguien que no era. Estoy muy interesado en saber porqué.

Suspira, suaviza su expresión adusta, sabe que tengo razón. Puedo entender que quiera proteger a su hija.

—Estoy aquí para ayudarte, JungKook. Estoy igual de interesado en saber porque se ensañaron contigo. Tus padres están preocupados, pero confían en que todo saldrá bien. Tanto mi familia como la tuya te van a apoyar en todo.

—No veo la hora de volver a Corea con Ayla.

Detiene el movimiento giratorio de la pluma en su mano recuperando esa mirada severa que dice, que no le ha gustado nada lo que acabo de decirle. Respira sonoramente mostrando su descontento. Me recuesto del respaldo de la silla golpeando con la lengua la parte interna de mis mejillas.

—Ayla tiene una vida hecha aquí en Berlín —murmura con demasiada seriedad— te recuerdo que está escalando en su carrera y le va muy bien, no puedes arruinar eso.

—¿Quiere que su hija se quede en un sitio donde pueden lastimarla? —no dice nada, prosigo— le recuerdo que he vivido con esa gente durante dos años, son poderosos, no voy a permitir que lleguen a ella —decido calmarme, debo comprender su preocupación, pero también debe tomar en cuenta mi angustia— necesito que entienda que el lugar de Ayla es a mi lado, tarde o temprano la voy a convertir en mi esposa. Claramente quiero su felicidad y si eso representa movernos a otro país la seguiré hasta el fin del mundo, pero no ahora.

𝐁𝐚𝐜𝐤 𝐓𝐨 𝐌𝐞ᴶᴶᴷ  [COMPLETA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora