CAPITULO 1

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Bright anduvo por la arena blanca y suave de la pequeña playa y se dirigió hacia un grupo de árboles. El baño había reactivado su cuerpo y había hecho que se le ocurriese una solución para un problema de trabajo que lo había mantenido despierto la noche anterior.

Le convenía concentrarse en aquello en vez de pensar en el error que había cometido al invitar a Lene y Liv al yate. Se dejó caer en la arena, ya a la sombra, y se dijo que lo mejor era centrarse en las dificultades que habían surgido en sus oficinas de Asia.

Unos minutos después, un ruido le hizo levantar la cabeza. Vio su helicóptero despegando del helipuerto del yate. Al parecer, sus invitadas habían decidido marcharse cuanto antes, para poder buscar a otro patrocinador lo más pronto posible.

Bright hizo una mueca. Su falta de criterio con aquellas dos le había hecho sentirse extrañamente... vulnerable. Frunció el ceño al reconocerlo.

¿Era posible que el hecho de buscar de manera deliberada relaciones superficiales y vacías lo estuviese convirtiendo a él también en una persona vacía y superficial?

No veía la manera de evitarlo. No quería que nadie se le acercara demasiado, pero tenía la sensación de que las personas interpretan aquello como un reto para intentarlo. No entendían qué Bright Doukas no tenía ningún punto débil ni ningún anhelo secreto de casarse o de formar una familia.

Sintió náuseas sólo de pensarlo. Jamás olvidaría lo que había aprendido durante la niñez, gracias a su padre.

Apartó aquellos terribles recuerdos de su mente. Lo mejor era centrarse en el trabajo, uno de sus antídotos para no pensar en un pasado que era mejor olvidar.

Pero antes de que su mente volviera a Asia, vio en el mar un barco pequeño y blanco, con una línea turquesa y roja, que avanzaba hacia la isla. Suspiró. Quería estar solo y no le apetecía encontrarse con un grupo de turistas. Aunque enseguida se dio cuenta de que en el barco iba solo una persona que llevaba puesto un sombrero de paja y una camisa ancha.

La embarcación se aproximó hasta el extremo rocoso de la playa y él deseó que no fuese un fotógrafo. El intruso se quitó el sombrero y Bright se dio cuenta de que se trataba de un chico con una melena oscura que le llegaba casi hasta la cintura.

Arqueó las cejas. Uno no veía melenas así todos los días. Sin embargo, se dijo que debía centrarse en sus problemas logísticos...

El chico se quitó la camisa y Bright se quedó sin aliento al ver su cuerpo. Tampoco estaba acostumbrado a ver cuerpos así, al menos, en sus círculos sociales.

Lo vio inclinarse para guardar el sombrero y la camisa y Bright se fijó en su flexibilidad, dato que siempre era importante, además de admirar sus espectaculares curvas.

Después de haber pasado parte de la semana con sus dos delgadísimas invitadas, aquel cuerpo no pudo llamar más su atención. Lo vio quitarse los pantalones cortos y dejar al descubierto las generosas caderas, quedándose solo con un traje de baño oscuro, de una sola pieza, que le sentaba como un guante.

Bright sonrió, de repente, ya no le parecía tan mala idea conocer a un turista.

Sin embargo, el chico no se dirigió hacia la playa, sino que se puso unas gafas y un tubo de bucear y se adentra en el mar. Él lo observó durante cinco minutos con curiosidad.

Fuese quien fuese, parecía saber lo que estaba haciendo, no corría el riesgo de ahogarse. Sus largas piernas golpeaban el agua con fuerza, y lo vio moverse con gracia y precisión hasta que desapareció de su vista.

Tanto mejor había ido allí para estar solo. Lo último que necesitaba era que otra persona lo distrajera. Se estiró sobre la arena y dio media vuelta, apartando la mirada del mar.

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