Bright se quedó inmóvil. Sus labios estaban muy cerca de los de él, que esperaba, expectante, anhelante. Sintió que parte de él quería apartarlo, rechazarlo. Y a él le molestó por primera vez en mucho tiempo que alguien lo juzgase por su reputación.
No solía importarle lo que los demás pensasen de él. Vivía como quería porque aquella era la única manera de sobrevivir. Podía marcharse, pero aquellos ojos color miel estaban clavados en él.
Aquel Nerites era muy complicado y él nunca se metía en temas complicados. Y, sin embargo... No era capaz de retroceder. Necesitaba probar sus labios. Se tomó su tiempo, inclinó la cabeza más y apoyó los labios en la curva de su cuello. Su textura y su sabor invadieron todos los sentidos de Bright, que chupó su piel con fuerza.
El dio un grito ahogado y se puso tenso, pero levantó más la cabeza, ofreciéndole el cuello. Sabía a verano destilado: a calor, a sol y a miel con un toque de sal marina. Lo agarró de la parte superior de los brazos, hundiendo los dedos en sus bíceps con tanta fuerza que Bright se excitó todavía más.
A pesar de su actitud despectiva, Win se había rendido a él e iba a darle todo lo que quisiese. Bright pasó los labios por su cuello y los gemidos de el lo alentaron. ¿Sería igual de expresivo cuando estuviesen desnudos? Era un chico apasionado. No le preocupaba despeinarse ni estar a la altura de sus expectativas.
La erección de Bright creció y el apretó su cuerpo suave contra el de él, se movió las caderas hacia su cuerpo y él lo agarró del trasero para acercarlo más. Lo besó en la esquina de la boca y el giró la cabeza, buscando sus labios.
Bright se sintió triunfante y por fin apoyó los labios en los de él. Y descubrió algo nuevo. Se sintió sorprendido. Lo abrazó con más fuerza y tuvo que separar las piernas para no tambalearse frente a aquella sensación. El sabor de su boca fue toda una revelación. Intentó controlarse y estudiar las diferencias entre aquello y otras experiencias anteriores, pero no era capaz de pensar con claridad. Solo podía pensar en él. Y en más.
Win le devolvió el beso y él deseó mucho más. Lo quería todo, todo de el para él. Y también dárselo todo. Era la primera vez que se sentía obligado a entregarse como amante, que tenía la sensación de que no podía darle menos a aquel chico.
Lo abrazó con fuerza y sus cuerpos se fundieron. Encajaban a la perfección. Bright habría podido besarlo durante horas y no le habría dolido el cuello, y las voluptuosas curvas de Win hicieron que se sintiese desesperado por explorarlas centímetro a centímetro.
Solo de pensar en sus cuerpos unidos...
Echó el cuerpo de Win hacia atrás y él lo siguió sin separar los labios de los de él, como si siempre hubiesen sido amantes, como si sus cuerpos se conociesen íntimamente. Bright deseaba a Win como no recordaba haber deseado a otra persona, pero todavía tenía el sentido común suficiente como para darse cuenta de que aquel no era el momento ni el lugar.
Apartó la cabeza a regañadientes, a pesar de que el intentó evitarlo. «Muy pronto, hermoso. Muy pronto», pensó.
Respiró con dificultad y pensó que, en tan solo quince minutos, podían estar en su yate, desnudos.
El abrió los ojos y fue como zambullirse en una piscina de oro fundido. Bright nunca había visto algo tan poderosamente atractivo como aquella mirada y aquellos labios henchidos por sus besos. Se le hizo un nudo en el estómago. La sensación le resultó extraña.
–Quiero... –empezó.
Pero él lo hizo callar apoyando un dedo en sus labios, gesto que también le resultó muy erótico. Sus cuerpos siguieron pegados un segundo más y, entonces, Win retrocedió y él apartó las manos de su cuerpo.

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PARAISO COMPARTIDO
RomanceJuntos, los dos solos, en el paraíso... ¡hacían que subiese la temperatura! Bright Doukas se sintió sorprendido y fascinado al conocer al biólogo marino Win Georgiou en una isla desierta en Grecia. El cínico multimillonario se había sorprendido a sí...